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lunes, 18 de mayo de 2015

18- CUARTA RAZA-RAIZ (ATLANTICA) y sus subrazas

Capítulo XXXV

LA CUARTA RAZA-RAIZ (ATLANTICA)

Hay disponible una gran cantidad de información relativa a la Cuarta Raza-Raíz o Atlántica; el libro clásico sobre la cuestión, para nuestros fines, es The Story of Atlantis and Lost Lemuria, de W. Scott-Elliott. Esta obra contiene también cuatro mapas, que cubren en general los siguientes períodos:
(SAL 17-19:3.) Mapa I, de alrededor de 1.000.000 a 800.000 años atrás.
Mapa II, de alrededor de 800.000 a 200.000 años atrás.
Mapa III, de alrededor de 200.000 a 80.000 años atrás.
Mapa IV , de alrededor de 80.000  a 9.564 a.C.
Durante el período del primer mapa, la Atlántida se extendía unos pocos grados al Este de Islandia hasta cerca del sitio ahora ocupado por Río de Janeiro; abarcaba Texas, el Golfo de México, los Estados del Sur y del Este de América, Labrador, y el sector desde allí hasta Irlanda, Escocia y una pequeña porción del norte de Inglaterra. También llegaba desde Brasil hasta la Costa de Oro del Africa.
El período del segundo mapa muestra la distribución de la tierra después de la primera gran catástrofe hace unos 800.000 años, en la Edad Miocena. Gran parte del Norte del continente se sumergió, y el resto se dividió mucho. El creciente continente americano fue separado, por un abismo del resto de la Atlántida que entonces ocupaba la gran parte de la cuenca atlántica, desde unos 50° Lat. N. hasta unos pocos grados al Sur del ecuador. También tuvieron lugar considerables hundimientos y cataclismos en otras partes del mundo; las Islas Británicas, por ejemplo, formaban parte de una isla enorme, que abarcaba la península escandinava, el Norte de Francia, todos los mares intermedios y algunos de los que las rodeaban.
El período del tercer mapa muestra la superficie terrestre después de la segunda catástrofe, hace unos 200.000 años; esta catástrofe, sin embargo, fue relativamente mucho más pequeña que la primera. La Atlántida propiamente dicha se escindió en una isla norteña llamada Ruta, y una isla sureña llamada Daitya. Se separaron las Norte y Sudamérica futuras, Egipto se sumergió, y la isla escandinava se unió a la futura
Europa.
El período del cuarto mapa muestra la superficie terrestre después de la estupenda convulsión que tuvo lugar en el año 75.025 a.C. Daitya desapareció casi enteramente, Ruta se redujo a la comparativamente pequeña isla de Poseidonis, cerca del centro del océano Atlántico. A grandes rasgos la superficie terrestre era a la sazón como hoy en día, aunque las Islas Británicas aún estaban unidas a Europa, no existía el Mar Báltico
y el desierto de Sahara era todavía océano.
Poseidonis se sumergió finalmente en el año 9.564 a.C. ( SAL 16. ) El manuscrito Troano, que parece escrito hace unos 3.500 años, entre los Mayas de Yucatán, traducido por Le Plongeon, da la siguiente descripción del hundimiento de Poseidonis:
"En el año 6 Kan, el 119 Muluc del mes Zac, ocurrieron terribles terremotos, que continuaron sin interrupción hasta el 139 Chuen. El país de las colinas de barro, la tierra de Mu fue sacrificada: dos veces se elevó y de repente desapareció durante la noche mientras la cuenca era continuamente sacudida por fuerzas volcánicas. Estas, unidas, hicieron que la tierra se hundiese y elevase varias veces y en distintos lugares. Al fin la
superficie cedió y diez países se partieron y dispersaron. Incapaces de resistir la fuerza de las convulsiones, se hundieron, con sus 64.000.000 de habitante 8.060 años antes de que fuese escrito este libro."
( SAL 34. ) Además de las cuatro grandes catástrofes mencionadas, hubo muchas otras catástrofes menores.
Los reyes y sacerdotes iniciados, seguidores de la "buena ley", estaban al tanto, de antemano, de las calamidades pendientes. Por tanto, cada uno se convirtió en centro de advertencia profética, y en última instancia en líder de un conjunto de colonos.
(SAL 20-21.) Los nombres de las 7 subrazas son los siguientes:

1. Ramoahal.
2. Tlavatli.
3. Tolteca.
4. Turania.
5. Semitas originales.
6. Akkadiana.
7. Mongólica.

Con excepción de las dos primeras, los nombres escogidos fueron los que los etnólogos dieron a los vestigios de estas subrazas, o partes de ellas, que ellos encontraran. Las dos primeras recibieron lo nombres con que se autodenominan.


LA PRIMERA SUBRAZA: LA RAMOAHAL


( MW 107. ) El Sanat Kumara, Jefe de la Jerarquía, casi inmediatamente después de Su llegada, empezó a hacer los arreglos para la fundación de la cuarta Raza-Raíz. De modo acorde, el Manu de la cuarta Raza eligió a los mejores más pequeños y densos de los lemurianos (¿de la cuarta subraza? ) en la época en que se hallaban bajo la guía de los
Iniciados Reales, y dispusieron que los egos adecuados encarnasen en los cuerpos que les proveyeran.
Parece que fueron experimentadas muchas dificultades, las tribus se separaron, sus miembros hicieron matrimonios mixtos durante largos períodos; luego los mejores fueron seleccionados y puestos a la par de los mejores de otro grupo separado. El Manu y Sus discípulos también encarnaron a fin de mejorar el tipo físico.
( M\V 105-106. ) Se recordará que una cantidad de Iniciados y de sus discípulos, del Nirvana de la Intercadena, encarnaron en la sexta subraza lemuriana, y que mejoraron grandemente los cuerpos de esa subraza.
( MW 108. ) Estos cuerpos mejorados eran también usados por el Manu para Sus fines, y de esa manera una gran cantidad de entidades desarrolladas tomaban la iniciativa e impulsaban las cosas hacia adelante.
Finalmente, el Manu tomó los cuerpos de la séptima subraza, lemuriana (blanca-azulada), mejorados por los Iniciados usándolos, como el núcleo de Su primera subraza, la Ramoahal. Sólo este grupo de Iniciados y sus discípulos entraron al principio en estos cuerpos, no tomándose a nadie de los que previamente estuvieran evolucionando en la
Cadena Terrestre.
( SAL 42. ) La colonia del pueblo de la séptima subraza se estableció en la tierra representada en el presente por Ashanti y Nigeria Occidental, que a la sazón era un promontorio al Noroeste de la isla continente que abarcaba el Cabo de Buena Esperanza y partes de Africa Occidental. Durante generaciones la colonia se previno contra la mezcla con un tipo inferior, y aumentó de número hasta que estuvo lista para
recibir el nuevo impulso para la herencia física que el Manu estaba destinado a impartir.
( MW 109. ) El Manu había eliminado el azul del color de Su pueblo, pasando de púrpura a rojo, y luego, mezclando en el azul-blanco de la séptima subraza lemuriana, obtuvo un tipo para los Ramoahals que debemos llamar plenamente humano, y que podríamos imaginar como viviendo entre nosotros.
Pasaron cerca de un millón de años en el establecimiento del tipo racial, habiéndose tomado un cuidado y preocupación estupendos para llegar a una mediana semejanza con el tipo encomendado al Manu para su producción. Entonces puede decirse que El fundó definidamente la Raza, tomó la encarnación y llamó a Sus discípulos para que tomasen los cuerpos en Su propia familia, y su posteridad formó así la Raza. El Manu de la Raza es, en sentido muy lineal, su Progenitor, pues toda la Raza tiene su Manu como antepasado físico.
Sin embargo, los inmediatos descendientes del Manu no eran de apariencia muy atractiva aunque fuesen muy mejorados respecto de la población circundante. Eran más pequeños que ésta pero no tenían sistema nervioso digno de citarse y sus cuerpos astrales eran amorfos. El mismo moldeó y formó Su cuerpo físico según Sus propios cuerpos astral y mental, modificando el pigmento de la piel hasta que ésta se aproximó más al color designado para la Raza.
( MW 110) Después de esto pasaron muchas generaciones antes que la joven Raza tomase posesión de su continente, la Atlántida, pero desde este punto en adelante las camadas de egos empezaron a ingresar del Nirvana de la Intercadena, para habitar los cuerpos de la Cuarta Raza.
( SAL 42-43. ) Podemos notar aquí que el Manu de la cuarta Raza-Raíz fue uno de los Adeptos de Venus.
A esta altura es conveniente indicar el método por el cual una Raza-Raíz se desarrolla de su predecesora. El principio general parece ser que una Raza-Raíz se desarrolla de la subraza numéricamente correspondiente de la Raza-Raíz precedente. (MW 2.30-349. IPM 116:119.)
Así, la cuarta Raza-Raíz debe haberse desarrollado, por regla general, de la cuarta subraza de la tercera Raza-Raíz; la quinta Raza-Raíz se desarrolló de la quinta subraza de la cuarta Raza-Raíz; mientras la sexta Raza-Raíz se desarrollará de la sexta subraza de la quinta Raza-Raíz. El Diagrama XLI ilustra el proceso.
( SAL 42. ) Sin embargo, en el caso de la cuarta Raza-Raíz, parece que no fue hasta el tiempo de la séptima subraza lemuriana que la humanidad estuvo lo suficientemente desarrollada como para garantizar la elección final de los individuos aptos para convertirse en padres de la nueva Raza-Raíz.
( SAL 21-22) La raza ramoahal entró en la existencia entre 4 y 5 millones de años atrás. Todavía existía mucho de Lemuria y la Atlántida todavía no se había agrandado tanto como a su tiempo ocurrió. La raza ramoahal nació hacia Lat. 7° N. y Long. 5° O., en un lugar que ahora es la Costa de Ashanti. Era un país caliente y húmedo, donde vivían enormes animales antediluvianos, en pantanos con cañaverales y bosques húmedos; los restos fósiles de esas plantas se hallan ahora en la vetas carboníferas.
La raza era al principio de color negro caoba. Eran de 3 a 3 ½ m de altura, disminuyendo gradualmente su estatura a través de los siglos.
Ultimamente emigraron a las costas sureñas de la Atlántida, donde lucharon con las subrazas lemurianas sexta y séptima. Algunos de ellos se radicaron, casándose con los lemurianos negros. Otros llegaron a los promontorios del extremo Nor-oriental contiguos a Islandia; aquí aclararon gradualmente su color y hace un millón de años eran tolerablemente rubios.
Sufrió interrupciones su ocupación de estas tierras norteñas porque a intervalos fueron derivados hacia el Sur por las épocas glaciales. Cada 30.000 años se produce una época glacial menor; además, hay épocas mayores, una de las cuales estuvo en proceso hace unos 3 millones de años.
( SAL 26. ) Los Ramoahals, al ser los hijos de la nueva Raza, eran incapaces de desarrollar plan alguno de gobierno fijo, y tampoco llegaron a un punto tan elevado de civilización como las subrazas lemurianas sexta y séptima. Por tanto, fueron regidos por el Mismo Manu, o por otros Adeptos o Gobernantes Divinos.
( SAL 35. ) El braquicéfalo, o espécimen de cabeza redonda, conocido como el hombre Furzooz puede tomarse como un término medio excelente del tipo de esta raza en su decadencia.
Los lapps modernos, con alguna infusión de otra sangre, son descendientes de los restos dispersos y degradados de lo ramoahals.
( SAL 62. ) Habiendo sido el gobierno de los ramoahals como se lo describió, se preservó el recuerdo de su Gobernador Divino, y a su debido tiempo El fue considerado como un dios. Al ser psíquico, hasta cierto punto, este pueblo adoptó una religión que, aunque no profundamente filosófica, distaba de ser innoble. En tiempos posteriores esta
fase de la creencia religiosa entró en una especie de culto de los antepasados.
( SAL 52. ) Entre los ramoahals las artes y las ciencias eran imperfectas en extremo.



Capítulo XXXVI

LA SEGUNDA SUBRAZA ATLANTICA: LA TLAVATLI

( SAL 22-23. ) Esta sub raza surgió en una isla situada al Oeste de la costa de la Atlántida; de ahí se extendió por el continente, tendiendo gradualmente hacia el Norte hasta la costa que enfrenta a Groenlandia.
Los individuos eran de color rojo-marrón, poderosos y robustos, pero no tan altos como los ramoahals, a quienes llevaron más al Norte. Se radicaron principalmente en distritos montañosos aproximadamente en el sector que después se convirtió en la isla Poseidonis.
( SAL 27. ) Sus tribus o naciones eran gobernadas por jefes o reyes aclamados por el pueblo por ser los individuos más poderosos o los más grandes guerreros. Eventualmente se estableció un considerable imperio entre ellos; su rey era el jefe nominal, aunque más bien como titular honorario que como autoridad real.
( SAL 35-36:23. ) Sus colonos se extendieron en todas direcciones.
Una mezcla de esta subraza y de la tercera subraza -la tolteca- habitó en las islas occidentales que después formaran parte del continente americano; también llegaron a las costas del extremo Sur, donde está ahora Río de Janeiro. Otros ocuparon las costas orientales de la isla escandinava, mientras cantidades llegaron a la India, donde se mezclaron con los lemurianos indígenas y formaron la raza dravídica.
En un período posterior ocuparon el Sur de Sudamérica, de modo que los patagones probablemente tengan remotos antepasados tlavatlis.
Los restos de esta subraza como de los ramoahals, fueron hallados en los estratos cuaternarios de Europa Central, y el hombre "Cro-Magnon" dolicocéfalo puede tomarse como un espécimen promedio de la raza en su decadencia, mientras los "Habitantes del Lago" de Suiza formaron una progenie incluso más primitiva y no cabalmente pura. Los
únicos especímenes de sangre muy pura de la raza ahora existente son algunos de los indios pardos de Sudarnérica. Los nurmeses y siameses son una mezcla de los tlavatlis con una de las subrazas de la Quinta Raza-Raíz (la aria).
( SAL   62-63) Los tlavatlis heredaron la tradicional reverencia y culto hacia el Manu, pero sus instructores Adeptos les enseñaron a reconocer a un ser supremo cuyo símbolo era el Sol. Así desarrollaron una suerte de culto solar, usando para ese fin las cimas de las colinas, donde construyeron círculos de monolitos erectos. Estos simbolizaban el curso anual del sol y también servían a fines astronómicos, ubicados de modo tal que, para quien estuviese en el alta elevado, el sol se elevaría en el solsticio de invierno detrás de uno de los monolitos, en el equinoccio de primavera detrás de otro, y así a lo largo de todo el año. Los círculos de piedra eran utilizados también para observaciones astronómicas más complicadas de las constelaciones más distantes.
( MW 110) El Manu introdujo en la subraza tlavatli algunas entidades del Globo D (la Luna) de la Cadena Lunar, que se individualizaran en las rondas lunares cuarta y quinta.
Las artes y las ciencias entre los tlavatlis eran extremadamente imperfectas.



Capítulo XXXVII

LA TERCERA SUBRAZA ATLANTICA: LA TOLTECA


( SAL 23-24. MW 109. ) Esta subraza surgió cerca de la costa occidental de la Atlántida alrededor de Lat. 30° N. Todo el país circundante y la mayor parte de la costa Oeste eran ocupados por aquélla. Los toltecas después se extendieron por todo el continente; sus emperadores regían casi mundialmente desde su capital en la costa oriental.
El pueblo era de bello color marrón-rojizo más rojo o cobrizo que los tlavatlis. De las primeras tres subrazas se habló como de las razas "rojas", siguiendo las cuatro como las razas "amarilla".
Los toltecas eran altos, con un promedio de unos 2 ½ m durante su ascenso, pero después decrecieron hasta las dimensiones usuales entre nosotros hoy en día. El tipo era una mejora de las dos subrazas anteriores; los rasgos eran rectos y bien definidos, y no se diferenciaban de los griegos.
Esta subraza era un desarrollo magnífico, el más espléndido e imperial de los pueblos atlánticos, y rigió toda la Atlántida durante miles de años con gran poder material y gloria. Eran tan dominantes y vitales que los productos de los matrimonios con subrazas posteriores siguieron siendo esencialmente toltecas. De hecho, incluso cientos de miles de años después los hallamos gobernando magníficamente en México y Perú, muchos antes que sus degenerados descendientes fueran conquistados por los más feroces aztecas del Norte.
( SAL 27. ) Al principio estaban divididos en una cantidad de pequeños reinos independientes en guerra recíproca y con los lemurio-ramoahals del Sur.    Hace cerca de un millón de años, después de grandes guerras, los reinos separados se unieron en una gran federación con un emperador al frente.
( MW 110.) El segundo de estos emperadores fue el Manu   que fundó la Ciudad de las Puertas de Oro, la primera de muchas ciudades de ese nombre. Asimismo dispuso la encarnación en esta época, de una cantidad de egos, con cuerpos causales completos, del Globo D (la Luna) de la Cadena Lunar, que se individualizaran en las rondas lunares cuarta y quinta.
( MW 110.) Los toltecas, en virtud de su gran superioridad, constituyeron para este tiempo la raza gobernante, sometiendo al resto del mundo. Sin embargo, las clases inferiores no eran de sangre tolteca pura.
Incluso en la Ciudad de las Puertas de Oro sólo la aristocracia y la clase media eran toltecas; las clases inferiores eran de descendencia mixta, compuestas en gran medida por hombres y mujeres tomados cautivos en las guerras y reducidos a servidumbre por los toltecas.
Para esta época también arribó un grupo de “Servidores” (vide cap. XXV) que contenía ciertas características conocidas en las Vidas de Alción, tales como Sirio, Orión y Leo. Algunos de estos fueron de inmediato reservados por el Manu de la Quinta Raza-Raíz, el Vaivasvata Manu, como parte de Sus futuros materiales.
( MW 111. ) De ahí que H. P. Blavatsky hable de la fundación de la Quinta Raza-Raíz hace un millón de años aunque en realidad fuera conducida fuera de la Atlántida sólo en el año 79.997 a.C.
El grupo de Servidores, mencionado arriba, formó después el grupo con un promedio de 1.200 a 1000 años de intervalo entre las encarnaciones.
( MW 112. ) Con el grupo de 1.200 años estaban incluidos los dos egos que después se convirtieron en Maestros con cuerpos ingleses: Sir Thomas More y "Philalethes" o Thomas Vaughan.
El otro, el grupo de 700 años, no llegó a la Tierra hasta 400.000 años después.
(SAL 27-28.) Durante miles de años la dinastía divina gobernó la Atlántida, las islas del Oeste y la porción sureña de tierra ubicada al Este. Usualmente, el poder se legaba de padre a hijo, y la dinastía, cuando era necesario, se reclutaba de las Logias de Iniciados.
Esta era la edad dorada de los toltecas, los gobernantes que actuaban en armonía con la Jerarquía Oculta. El gobierno era acordemente justo y beneficioso; eran cultivadas las artes y las ciencias y, con la ayuda del conocimiento oculto, lográbanse excelentes resultados; la creencia religiosa y el ritual eran todavía comparativamente puros; de hecho, la civilización atlántica estaba en su apogeo.
Después de unos 100.000 años de esta edad dorada apareció la degeneración. Muchos reyes tributarios, al igual que muchos sacerdotes y personas, empezaron a usar sus facultades y poderes para engrandecimiento personal, logro de riqueza y autoridad, humillación y ruina de sus enemigos y, en general, para toda clase de finalidades egoístas y malévolas. Esto condujo a la "hechicería" y a la interrupción de su
conexión con la Jerarquía Oculta.
( SAL 29-30. ) Esta profanación de las facultades psíquicas y de los logros científicos por fines egoístas constituye la “hechicería” y ésta, la "magia negra", que se extiende rápidamente. Al retirarse la guía espiritual superior, el principio del Kama (Deseo) , que en el curso natural de las cosas alcanzará su cenit en esta Cuarta Raza, se afirma cada vez más.
La lujuria, la brutalidad y la ferocidad crecieron y la naturaleza animal se aproximó a su expresión más degradada.
Eventualmente, los seguidores de las "artes negras" se alzaron en rebelión y erigieron un emperador rival quien, después de muchas luchas, apartó al emperador blanco de su ciudad capital -la Ciudad de las Puertas de Oro- y se estableció en su trono.
El emperador blanco se mudó hacia el Norte y se restableció en una ciudad, ahora sede de un rey tolteca tributario, en el Sur del distrito montañoso. Los adherentes del emperador blanco se apartaron gradualmente de éste; las facciones hostiles luchaban continuamente una con otra, y los poderes destructivos de los ejércitos se complementaban con el uso de la hechicería.
( SAL 30. ) Esto nos trae hasta unos 850.000 años atrás; para ese tiempo cada vez más personas habían adquirido y practicaban las "artes negras". La Ciudad de las Puertas de Oro se había convertido para este tiempo en guarida de la iniquidad, y las cosas iban de mal en peor.
( SAL 30:34. ) El emperador del Norte, al igual que los sacerdotes Iniciados de todo el continente estaban plenamente conscientes de las catástrofes que se avecinaban. Por tanto, cada uno se convirtió en centro de advertencia profética, y en última instancia condujo una emigración.
En tiempos posteriores los gobernantes del país se agraviaron por estas emigraciones dirigidas por sacerdotes, como tendientes a empobrecer y despoblar sus reinos, y resultó necesario embarcarse secretamente de noche.
( SAL 30-31. ) Hace unos 800.000 años se produjo la primera gran catástrofe; todo el continente se desgarró terriblemente; todas las provincias fueron convertidas por mareas en desolados pantanos, y la Ciudad de las Puertas de Oro fue destruida. Así cayeron el emperador negro y su dinastía para no surgir más.
La terrible advertencia fue tomada muy en cuenta y por un tiempo la hechicería prevaleció menos, pero no obstante, durante todo el período desde ahora en adelante la tendencia consistió para la hechicería en. prevalecer cada vez más.
( MW 112. ) Durante este período, Corona, que sería conocido después como Julio César, llegó de la Ciudad de las Puertas de Oro y conquistó a la tribu tlavatli en la que encarnaran algunos miembros de los grupos mencionados. Trató benévola mente a la tribu y la ayudó incorporándola al imperio tolteca.
Continuaron llegando camadas de egos; la causa principal de la separación de las camadas parecía ser el método de individualización (vide "The Causal Body", pág. 82) que causa diferentes intervalos entre las encarnaciones. ( MW 113. ) Las diversas clases de Hombres Lunares y Animales-Hombres también se mantuvieron separadas una de la
otra, como ocurrió con las cesterías.
Como se afirmó antes, la primera camada del grupo de 700 años llegó hacia el año 600.000 a.C., naciendo en los tlavatlis, e incluyendo a Surya, el jefe de la tribu; Mercurio, su esposa; Marte, el hijo mayor; y Heracles, una hija. Marte después se convirtió en jefe de la tribu, teniendo así su primera experiencia de carácter terreno.
También en este tiempo, alrededor del 600.000 a.C., el Jefe de la Jerarquía dispuso la encarnación de un grupo especial de 150 egos que en Venus habían sido animales favoritos de los señores de la Llama, y fuertemente ligados        a Ellos por el afecto.      ( MW 114)  Se individualizaron en Venus y todos fueron ubicados en los Rayos primero o segundo.
Otro pequeño grupo, de la tercera ronda, fue enviado a Mercurio para un trato especial en preparación para la Primera Raza-Raíz, y de allí llegó a la Tierra en este tiempo; así se computó a los mencionados por H. P. Blavatsky como llegando a la Tierra desde Mercurio.
( MW 115. ) Desde este tiempo en adelante, los grupos de los años 1200 y 700 formaron el denominado “Clan” y usualmente se mantuvieron juntos. Todo el Clan encarnó junto en la ciudad de las Puertas de Oro cuando Marte era rey, en Perú cuando era Emperador, en el continente cercano a la Isla Blanca bajo el Manu, y en las subrazas segunda y tercera en los comienzos y migraciones, para nombrar unos pocos de los muchos ejemplos. (MW 116-117.) La Sociedad Teosófica de hoy en día es otro centro de reunión del Clan.
Hacia el año 220.000 a.C. Marte era Emperador de la Ciudad de las Puertas de Oro, con el título de “Gobernante Divino”, transmitido por los Iniciados de los tiempos prístinos. Mercurio era el Sacerdote principal. Estos dos descendieron juntos durante las edades, uno siempre como el Gobernante, el otro, como el Maestro y el Sacerdote. Marte parecía siempre hombre, aunque Mercurio era a veces mujer.
(MW 118-119). Fue en esta vida cuando Ulises, a expensas de su propia vida, salvó la de Vajra, hijo de Marte. Como Ulises moría, Marte le dijo: “Por la sangre derramada por mí y por la mía, el vínculo entre nosotros jamás se romperá. Parte en paz, fiel siervo y amigo”. El vínculo se convirtió en el de Maestro y discípulo, indestructible para siempre.
( SAL   33-34) Cuando los toltecas estuvieron en su  cenit, el continente de la Atlántida estaba probablemente tan densamente poblado como Inglaterra y Bélgica hoy en día, siendo entonces la población del mundo de unos 2.000 millones, en vez de, digamos, 1.200 a 1.500 como es en la actualidad.
( SAL 36-37) Luego que los toltecas emigraron principalmente hacia el Oeste, se esparcieron y florecieron en lo que ahora es el continente americano. El imperio del Perú, bajo sus soberanos Incas, hace unos 14.000 años, puede considerarse como un ego tradicional aunque débil de la edad dorada de los toltecas en el continente-madre de la Atlántida.
El mejor representante de los toltecas es hoy en día el piel roja corriente de Norteamérica, pero por supuesto no guarda comparación con el tolteca en su cenit.
Los toltecas suministraron al principio un gran contingente de emigrantes que se mezclaron con los habitantes de Egipto, dominándolos.
Hace unos 400.000 años, estando entonces Egipto aislado y poco poblado, una Logia de Iniciados, debido a la dispersión de las “artes negras” en su propio país, emigró de Egipto, y durante casi 200.000 años efectuó su labor allí.
(SAL 37-38. PM 13:17-21. MW 242.) Hace unos 210.000 años, la Logia Oculta fundó la primera Dinastía Divina de Egipto y un imperio con la finalidad de crear el primer gran cuerpo de colonos.
Entre entonces y 200.000 años antes fueron construidas las dos grandes Pirámides de Gizeh, en parte para proporcionar salas permanentes de Iniciación, y en parte para que actuasen como tesoro y santuario de algún gran talismán de poder durante la sumersión que los Iniciados sabían que estaba pendiente.
Es legítimo suponer que el poder oculto era empleado para facilitar el desplazamiento y elevación de enormes piedras pesadas en la Gran Pirámide. Muchos miles de años después Cheops puso su nombre en una de las Pirámides.
Hace unos 200.000 años Egipto fue sumergido y permaneció así durante un período considerable. Cuando emergió otra vez se pobló una vez más con los descendientes de sus viejos habitantes, que se refugiaran en las montañas abisinias, y con nuevos grupos de colonos atlánticos de diversas partes del mundo. Una considerable inmigración de la
sexta subraza (la akkadiana) ayudó a modificar el tipo egipcio. Esta fue la era de la segunda Dinastía Divina de Egipto, y otra vez los gobernantes fueron Adeptos Iniciados.
( MW 119. ) La expansión de la magia negra llevó a la segunda catástrofe, en el año 200.000 a.C., cuando el gran continente se redujo a las dos islas de Ruta y Daitya.
Durante los siguientes 100.000 años floreció el pueblo de la Atlántida, construyendo una civilización poderosa pero super-lujosa. La capital fue una vez más la Ciudad de las Puertas de Oro: una dinastía tolteca surgió nuevamente al poder, en la isla de Ruta, y gobernó una gran parte de la isla. La isla también era adicta al arte negro.
Sin embargo, debe tenerse presente que .hasta el fin mismo, cuando Poseidonis fue destruida en el año 9.546 a.C., un. emperador Iniciado o rey, o al menos alguien que reconocía la "buena ley", rigió en alguna parte del continente-isla, instruyendo a la poca minoría "blanca" y controlando donde era posible a los hechiceros malos. En tiempos posteriores el rey "blanco" era elegido, por regla general, por los sacerdotes.
( MW 120. ) Los miembros del "Clan" a veces nacían en familias adictas al arte negro, a veces coqueteando, y otras escapando de éste.
Hay un incidente de particular interés que puede resumir se aquí brevemente.
Hace unos 100.00 años, Corona era Emperador Blanco de la gran ciudad, Marte uno de sus generales, Heracles la esposa de Marte. Se tramó una gran rebelión, encabezada por Oduarpa, hombre de conocimientos extraños y malos, "Señor del Rostro Oscuro", aliado con el “Reino de Pan” con criaturas semihumanas. Semianimales, origen de los sátiros griegos. Oduarpa reunió alrededor de sí. como Emperador del Sol de Medianoche, un enorme ejército. Estableció un culto, con él como ídolo central, que era sensual, disoluto y reunía a los hombres por satisfacción animal. Frente a la Cueva Blanca de la Iniciación, en la Ciudad de las Puertas de Oro, se creó la Cueva Oscura de los Misterios de Pan, el Dios de la Tierra. en cavernas ubicadas en las profundidades de la tierra.
(MW 122-132.) Oduarpa, astuto y ambicioso, estaba a la cabeza de la Federación de los reinos circundantes, la cual se formó contra el Emperador Blanco. Mediante su pacto con los habitantes del infierno, extendió anormalmente su vida, y materializó una capa metálica alrededor de su cuerpo, que lo tornaba intraspasable ante las lanzas o golpes de espada.
Alción, que instintivamente rehuía las prácticas negras y sus orgías, fue seducido a que tomase parte en ellas mediante los encantos de una doncella, Cygno. Siguió una francachuela de salvajismo y ebriedad. De la tierra emergió una salvaje procesión de bípedos peludos, de largos brazos y pies con garras, con cabezas de animales, y manes, no humanos, pero horripilantes por su semejanza humana. Estos dieron a los juerguistas bebida y ungüentos que los hicieron caer al suelo drogados y sin sentido.
De los apilados rimeros surgieron formas animales, materializaciones astrales, feroces e inconscientes como los animales, crueles y astutas como los hombres, que ingresaron en el mundo exterior llenas de lujuria, gruñendo y devorando, para retornar a las formas humanas nuevamente cuando su orgía concluía.
Por medio de estos ritos Oduarpa obtuvo firme dominio sobre el pueblo y ganó gran poder también sobre el reino subhumano. El mismo tenía una guardia personal integrada por sus animales mágicos, formas del deseo, materializadas en cuerpos físicos, que liberaría ante sus enemigos en la batalla: luchaban con dientes y garras, desparramaban el pánico entre las huestes confusas y engullían los cadáveres masacrados.
La batalla decisiva .se entabló contra las fuerzas Blancas, en la Ciudad de las Puertas de Oro; Marte fue muerto por el mismo Oduarpa,
Heracles fue capturado y descuartizado por horribles animales. Oduarpa se convirtió en Emperador de la Ciudad de las Puertas de Oro, pero no por mucho tiempo. Llegó contra él el Vaivasvata Manu con un gran ejército, destruyó los animales de Pan creados artificialmente, dispersó el ejército de Oduarpa y mató a éste.
Otra vez se estableció en la Ciudad, ahora purificada, el gobierno del Emperador Blanco, pero el mal cobró poder de nuevo, lentamente, hasta que Oduarpa, ahora reencarnado, luchó contra las fuerzas Blancas, las derrotó y alzó su propio trono. Luego el Jefe de la Jerarquía pronunció las palabras de sentencia, como lo expresa el Occult Commentary: el "Gran Rey del Rostro Encandilante" -el Emperador Blanco- envió
a sus Jefes hermanos: "Preparáos. Levantáos, oh hombres de la Buena  Ley, y cruzad la tierra mientras esté seca." Se            alzó el  "Cetro  de los Cuatro" -los Kumaras. "Ya sonó la hora, la negra noche está lista."
Los "sirvientes de los Cuatro Grandes" avisaron a su pueblo, y muchos escaparon. Sus Reyes los alcanzaron en, sus Virnánas (aeroplano) y los llevaron a las tierra del fuego y del metal (i. e. al Este y al Norte).
Explosiones de gas, inundaciones y terremotos destruyeron Ruta y Daitya, y sólo subsistió Poseidonis. Esta fue la catástrofe del 75.025 a.C.
( SAL 38. MW 242.) En esta   catástrofe Egipto se sumergió otra vez, pero en esta ocasión sólo fue una ola temporaria. El pueblo trató de subir a las Pirámides en busca de seguridad, pero no lo logró debido a la tersura de sus costados. Cuando la inundación se retiró, empezó a gobernar la Tercera Dinastía Divina, la mencionada por Manetho, y
bajo sus primeros reyes fueron construidos el Templo de Karnak y muchos antiguos edificios más que todavía se alzan en Egipto. Con excepción de las dos Pirámides, ningún edificio de Egipto tiene más de 80.000 años.
( MW 248. ) En esta catástrofe los Himalayas se elevaron un poco más, se sumergió la tierra al Sur de la India, Egipto se ahogó, y sólo quedaron de pie las Pirámides. Desapareció la lengua de tierra que se extendía desde Egipto hasta lo que ahora son Marruecos y Argelia, y ambos países quedaron como una isla, bañados por el Mediterráneo y el Mar de Sahara. El Mar de Gobi se tomó circular, se elevó la tierra,
ahora Siberia, quedando separada del Océano Artico, surgió, Asia Central, y muchos torrentes, provocados por lluvias sin precedentes, abrieron profundas quebradas en la tierra blanda.
Empero otra gran marea barrió Egipto cuando Poseidonis se sumergió en el 9564 a. C. Esto fue también temporario, pero puso fin a la Dinastía Divina del Egipto, pues la Logia de los Iniciados transfirió sus cuarteles a otras tierras.
( SAL 31. ) En Poseidonis la población estaba mezclada; dos reinos y una pequeña república, en el Oeste, dividían la isla entre ellos; la parte del Norte era gobernada por un rey Iniciado. En el Sur también el principio hereditario había cedido paso a la elección popular. En un extremo había dinastías raciales exclusivas, pero ocasionalmente subían al poder reyes de sangre tolteca en el Norte y en el Sur, aunque el Norte constantemente perdió territorio en beneficio del Sur.



Capítulo XXXVIII

LA CIVILIZACION DE LA A TLANTIDA

El estudiante entenderá prestamente que la historia de la Raza Atlántica, como la de la Raza Aria, estuvo salpicada con períodos de progreso y decadencia. Las eras de cultura fueron seguidas por tiempo sin ley, durante los cuales se perdió todo desarrollo científico y artístico; ya su vez éstos períodos fueron seguidos por civilizaciones que alcanzaron niveles aún más altos.
Por lo tanto, la descripción siguiente se aplica evidentemente a los períodos de cultura; y si bien esto de ningún modo se aplica exclusivamente a cualquier subraza, con todo puede aplicarse principalmente a la gran civilización tolteca, la principal de todas las civilizaciones atlánticas.
( MW 137-139) El gobierno era autocrático y, bajo los Reyes Divinos, ningún sistema podría haber sido más feliz para el pueblo. Era planificado por los sabios para beneficio de todos, y no por clases especiales para su propio provecho. De ahí que la comodidad general fuese inmensamente superior a la de civilizaciones modernas. Los gobernadores eran responsables del bienestar y felicidad de sus provincias, y el crimen y el hambre se imputaban a su negligencia e incapacidad. Los gobernantes eran extraídos principalmente de las clases superiores, pero la calificación necesaria era más bien la aptitud que la clase. El sexo no descalificaba para oficio alguno en el Estado.
(SAL 42) Se practicaba la música, pero era    tosca, y los instrumentos, muy primitivos. Todos los atlánticos eran afectos al color, y las partes internas y externas de sus casas estaban decorada brillantemente.
Sin embargo, jamás se estableció el arte pictórico, aunque había algún género de    dibujo y pintura. Se practicaba ampliamente la escultura, alcanzando gran excelencia.
Era costumbre que todo hombre que pudiera hacerlo colocase una imagen suya en uno de los templos. Las imágenes eran talladas en madera o piedra negra dura como basalto, o incluso en auricalco, oro o plata. ( SAL 43) El resultado era un bello parecido del individuo, a veces notable.
La arquitectura era el arte más vastamente practicado; los edificios eran macizos y de proporciones gigantescas. Las casas eran construidas separadas, incluso en las ciudades; a veces cuatro bloque rodeaban un patio central en medio del cual había una fuente.
Un rasgo característico de las casas toltecas era la torre que surgía de uno de los rincones o del centro de uno de los bloques. Una escalera externa en espiral conducía a los pisos superiores, y una cúpula acuminada remataba la torre, que a veces se empleaba como observatorio. Algunas casas estaban adornadas con tallas, frescos y pinturas. Las ventanas estaban provistas de un material similar al vidrio, pero menos transparente. Los interiores estaban amueblados pero no con detalles prolijos; no obstante la vida era altamente civilizada en su género.
Los templos eran enormes salas, incluso más estupendos que los de Egipto. Los pilares que sostenían los techos eran cuadrado, u, ocasionalmente redondos. En los tiempos de la decadencia las alas estaban rodeadas de innumerables capillas que contenían estatuas de los habitantes más importantes; el culto ceremonial de las imágenes era llevado a cabo  por sacerdotes dedicados a esa finalidad. Los templos también tenían sus torres y cúpulas, que se utilizaban para el culto solar y como observatorios.
Los interiores de los templos estaban incrustados, o incluso enchapados con oro y otros metales preciosos; estos metales se obtenían mediante transmutación; ésta era una empresa industrial privada con la que los alquimistas se ganaban la vida. El oro, al ser más admirado que la plata, se producía en cantidad mucho mayor.
( MW 137 -138. ) El oro, la plata y el auricalco eran los metales más utilizados para la decoración y los utensilios domésticos. Las armaduras estaban vistosamente incrustadas con estos metales y se utilizaban solamente en desfiles y ceremonias, a menudo confeccionadas enteramente con metales preciosos; en tales ocasiones se usaban cascos, petos y grebas sobre túnicas, y medias de colores brillantísimos: escarlata, anaranjado y púrpura muy exquisito.
( SAL 43. ) La compra y venta tenía lugar en privado, salvo cuando se llevaban a cabo grandes ferias públicas en los espacios abiertos de las ciudades.
( SAL 44-45. ) Hace unos 800.000 años el tolteca era el idioma universal, aunque en distritos remotos subsistían restos de las lenguas ramoahal y tlavatli. Todos los idiomas eran aglutinativos. En todas las edades el idioma tolteca permaneció muy puro, y sobrevivió, con leves alteraciones, miles de años después en México y Perú.
Todas las escuelas eran sostenidas por el Estado, y la educación primaria era obligatoria, mas leer y escribir no se consideraba necesario para los obreros de los campos o artesanías. Los niños con aptitud eran reclutados a los 12 años de edad en escuelas superiores, donde se les enseñaba, según lo más adecuado a cada niño, agricultura, mecánica, caza y pesca, etc. (SAL 46) Una importante rama de estudios era las propiedades de los planetas y sus cualidades curativas; no había médicos oficiales, pero cada hombre sabía algo de medicina al igual que de curación magnética.
También se enseñaba química, matemática y astronomía; el objeto era desarrollar las facultades psíquicas y la instrucción del estudiante en las fuerzas naturales más ocultas.
En esta categoría estaban incluidas las propiedades ocultas de las plantas, los metales y las piedras preciosas, como asimismo la transmutación alquímica. Con el transcurso del tiempo se ocuparon principalmente de desarrollar el poder personal, que Bulwer Lytton llamó vril, y la operación de lo que con gran minuciosidad describió en The Coming Race.
(SAL 46. MW 136-137.) Al establecerse la decadencia, las clases dominantes monopolizaron para sí las facultades educacionales, sin considerar la aptitud natural; ,
(IL II 407-408.) 'Por carecer del sentido de lo abstracto, los atlánticos eran incapaces de generalizar; por ejemplo, no tenían tabla de multiplicación; para ellos la aritmética era un sistema mágico en el que un niño debía aprender reglas detalladas sin saber jamás la razón de ellas. Así debían ser memorizados cuatro conjuntos de reglas de magia matemática para cada combinación de números de 1 a 10, a saber, para sumar, restar, multiplicar y dividir.
Sin embargo, la mayoría de los cálculos se realizaban con ábaco, de modo algo parecido al usado actualmente por los chinos y japoneses.
( IL II 409. ) Los atlánticos eran inteligentes en la acumulación de hechos y sus memorias eran prodigiosas.
( MW 136. ) El uso habitual de la clarividencia les permitía observar los procesos de la naturaleza, ahora invisibles para la mayoría, de modo que la ciencia adelantaba mucho, y sus aplicaciones a las artes y artesanías eran también numerosas y útiles.
(MW 137.) Tenían el conocimiento de las fuerzas, que hoy en día se perdió. Una de estas fuerzas se empleaba para impulsar naves aéreas y acuáticas; otra para cambiar la fuerza atractiva de la gravedad en fuerza repulsiva, de modo que era una cuestión facilísima elevar piedras gigantescas hasta elevadas alturas. La más sutil de estas fuerzas no se aplicaba a la maquinaria sino que se controlaba mediante poder volitivo, utilizando el mecanismo cabalmente comprendido y desarrollado del cuerpo humano.
(MW 136-137.) La agricultura recibía mucha atención; se llevaban a cabo experimentos de cruza de animales y plantas. Por ejemplo, el trigo era cruzado con hierbas indígenas de la tierra y producía avenas y otros de nuestros cereales. Menos satisfactorios fueron los intentos de producir avispas de abejas, y hormigas blancas de hormigas. ( SAL 47.
MW 137. ) De un melón alargado, con muy escasa pulpa, y lleno de semillas, produjeron el plátano o banana.
Entre los animales domesticados tenían criaturas parecidas a tapires muy pequeños, que se alimentaban con raíces o hierbas, o con cuanto estuviese a su alcance, como el cerdo moderno. Asimismo tenían grandes animales felinos y antepasados lobunos del perro.
Sus carros eran arrastrados por criaturas algo similares a los camellos; las    llamas  del Perú probablemente descendieron de          éstas. Los ancestros del alce irlandés vagaban por las colinas, algo salvajes pero todavía bajo control humano.
Se utilizaba el calor artificial y las luces de colores en la cruza e inter-reproducción de diferentes clases de animales a fin de allanar el proceso. (SAL 48) Trabajaban especialmente          con formas anfibias y reptiloides que, recorrido su curso, estaban listas para asumir el tipo más avanzado de ave o animal. Al actuar en cooperación con el Manu, de Quien se originan todas las mejoras en cuanto al tipo, fueron producidos los animales domésticos como el caballo. Mas cuando surgió la guerra y la discordia, hacia el fin de la Edad Dorada, los hombres empezaron a devorarse unos a otros, y los animales, librados a sí mismos, siguieron el ejemplo del hombre, devorándose unos a los otros. De hecho, los hombres entrenaron algunos para la caza, y así del gato semidoméstico descendió el leopardo y el jaguar. Parece que el león debió ser más manso y un siervo poderoso a los fines de la tracción si los hombres hubiesen cumplido la tarea que les confiara el Manu. (SAL 49. IL I 307) De hecho, si los hombres hubiesen cumplido totalmente con su deber, es muy concebible que no hubiésemos tenido mamíferos carnívoros.
La Ciudad de las Puertas de Oro estaba sobre la costa Este, a unos 15° Norte del Ecuador, y estaba rodeada por una región boscosa, como un parque, sobre la que se hallaban dispersas las residencias de las clases más ricas. Al Oeste había una cordillera, de la que se extraía el suministro de agua. La ciudad estaba construida sobre las lomas de una colina a unos 500 pies sobre la llanura. En la cima de la colina estaba el palacio del emperador y sus jardines, en el centro de los cuales manaba una corriente de agua, que servía al palacio ya las fuentes de los jardines, y luego fluía en las cuatro direcciones, cayendo en cascadas dentro de un canal que rodeaba los terrenos.
Desde este canal cuatro canales llevaban agua, a través de los cuatro barrios de la ciudad, a cascadas que, a su vez, servían a otro canal circular. Había tres de esos canales concéntricos; el más bajo estaba todavía encima del nivel de la planicie. En el nivel más bajo un cuarto canal, en un plano rectangular, recibía las aguas y las descargaba en el mar (vide Diagrama XLII). (SAL 50) La ciudad se extendía hasta el borde del canal más exterior, que era de unos 20 por 16 kilómetros.
La parte más alta de los tres cinturones, en los que se dividía la ciudad, contenía una pista de carreras circular y jardines públicos, la mayoría de las casas de los dignatarios de la corte, y la "Casa de los Extranjeros". Esta última era un palacio donde se hospedaba a los extranjeros, como huéspedes del Gobierno, durante el lapso que debiesen permanecer.
Los otros dos cinturones eran ocupados por las separadas casas de los habitantes y los diversos templos.
En los tiempos de la grandeza tolteca no había real pobreza, incluso los esclavos adscriptos a la mayoría de las casas eran alimentados y vestidos. Pero había algunas cosas comparativamente pobres en el cinturón más bajo hacia el Norte, como asimismo fuera de los canales más exteriores, hacia el mar, donde los habitantes se relacionaban principalmente con la navegación, y sus casas estaban todas muy juntas.
( SAL 51. ) En los tiempos de su grandeza la Ciudad de las Puertas de Oro contenía más de dos millones de habitantes.
(SAL 48:51.) También se la conocía como la Ciudad de las Aguas, debido a su magnífico suministro de agua, y era más delicada que cuanto se intentara antes en cualquier edad. El agua llegaba desde un lago, al Oeste, en una elevación de unos 812,480 m, el principal acueducto, de corte oval, de unos 15 por 9 m, que llevaba subterráneamente hasta un enorme depósito de forma de corazón, profundamente debajo del palacio. Desde el depósito un pozo perpendicular de unos 153 m, que atravesaba la sólida roca daba paso al agua, que manaba en los terrenos del palacio. Desde el depósito central también corrían hacia diferentes partes de la ciudad caños que suministraban el agua potable y llenaban las fuentes. Había válvulas para controlar las diversas partes del suministro.
La presión hidrostática debió ser enorme, y consiguientemente, la fuerza del material utilizado en los acueductos debió haber sido grandísima.
( MW 135) Otras ciudades, en las planicies, estaban protegidas por inmensos taludes de tierra, recubiertos en el exterior con gruesas planchas de metal, que formaban de esa manera una barrera prácticamente intraspasable contra lanzas o flechas.
(SAL 52) Las clases más pudientes utilizaban naves aéreas; contenían a seis u ocho personas. En tiempos posteriores, de guerra y lucha, construyeron naves aéreas gigantescas, que reemplazaron a las naves de guerra en el mar, y que contenían 50 ó incluso 100 guerreros.
Las primeras fueron construidas con madera muy fina, fortalecidas mediante la inyección de alguna sustancia que no añadía materialidad al peso sino que incrementaba grandemente la dureza. Después utilizaron una aleación, de dos metales blancos y uno rojo, produciendo un metal blanco como el aluminio, pero más liviano. Este metal se modelaba en matrices y se soldaba donde era necesario, produciéndose una superficie inconsútil y perfectamente tersa que brillaba en la oscuridad como si estuviese cubierta por una pintura luminosa.
Tenían formas similares a botes, con pisos, y mecanismos de propulsión y dirección en cada extremo.
(MW 136)  Desde las naves aéreas dejaban caer bombas llenas de un pesado gas venenoso; se hace alusión a aquéllas en las grandes epopeyas y en los Puranas de los hindúes.
(SAL 53) En los tiempos primitivos las naves eran impulsadas con vril, el poder personal; éste fue reemplazado después por una fuerza, generada de una manera desconocida, que operaba a través del mecanismo. La fuerza era etérica y el generador estaba en una pesada caja metálica ubicada en el centro de la nave. La fuerza fluía a través de dos grandes tubos flexibles a cada extremo de la nave, y asimismo a través de ocho tubos subsidiarios fijados antes y después a los baluartes con aperturas que apuntaban hacia arriba y hacia abajo.
Para elevar la nave, la fuerza era proyectada hacia abajo a través de las aberturas de los tubos, impactando sobre la tierra con fuerza suficiente como para conducir la nave hacia arriba; el aire actuaba de apoyo.
Para conducir la nave hacia adelante, la fuerza era proyectada hacia abajo en 45°, manteniéndose así la elevación y propulsando la nave; (SAL 54) el manejo se efectuaba también por medio de la fuerza proyectada desde los tubos.
La velocidad máxima era de unos 160 km por hora, y el curso era el de largas olas en un plano vertical. Viajaban sólo a unos pocos cientos de pies del suelo, pues el aire rarificado de las alturas mayores era insuficiente como para proporcionar el punto de apoyo necesario; pero podían cruzar colinas que superaban los 305 m de altura.
Luchaban contra otras naves aéreas enemigas utilizando la fuerza para alterar su equilibrio y derribarlas.
(SAL 55) También tenían naves marinas impulsadas por algún poder análogo, mas la fuerza corriente más efectiva tenía una apariencia más densa que la usada en las naves aéreas.
(IL II 409.) Tenían una buena cantidad de maquinarias complicadas, aunque debemos considerarlas desmañadas en su mayoría.
Un rasgo curioso de sus limitaciones aparece en la religión que los egipcios heredaran de ellos. Tenían nombres para la mayoría de los tipos de esencia elemental y espíritus de la naturaleza, y especiales hechizos para cada uno, por los que podían ser controlados. Aprendían estos al detalle, sin comprender jamás que la fuerza sustentadora de los hechizos era en cada caso la voluntad humana, que hubiese sido igualmente efectiva sin hechizo alguno. El Libro de los Muertos contiene muchos hechizos y sólo la parte que se pensaba que cada difunto necesitaría tener ubicada junto a su cadáver en la tumba.
( SAL 55. ) En diversas épocas la poligamia era practicada por todas las subrazas; la ley autorizaba dos esposas a los toltecas, pero era muy habitual la monogamia. En todo sentido se consideraba que las mujeres eran iguales que los hombres; muchas de ellas eran superiores a los hombres en el uso del poder del vra. Se practicaba la coeducación, y las mujeres participaban del gobierno, representando a veces al emperador Adepto como soberanos locales.
La escritura se efectuaba sobre delgadas láminas de metal con una superficie blanca que parecía porcelana. Se logró la reproducción de la escritura sumergiendo otras hojas de metal en un líquido, colocándolas luego sobre el escrito original.
Los atlánticos comían carne, pero desechaban las partes que usualmente comemos, consumiendo las porciones que descartamos, como las entrañas. También bebían la sangre del animal, a menudo caliente, y cocinaban platos también preparados con ella.
También se consumía pescado, aunque a menudo en avanzado estado de descomposición. Comían pan y pasteles de cereales, al igual que leche, fruta y vegetales. Como bebidas se utilizaba mucho el zumo de frutas.
( SAL 57. ) Sin embargo, los reyes Adeptos y emperadores, al igual que los sacerdotes iniciados, eran enteramente vegetarianos, aunque algunos de los dignatarios de la corte comían subrepticiamente comidas con carne.
En una época estuvo muy en boga un líquido fermentado muy potente, pero después la ley lo prohibió.
Los ramoahals y los tlavatlis usaban espadas, lanzas, arcos y flechas, con los que cazaban mamuts con larga pelambre de lana, elefantes e hipopótamos. También abundaban los marsupiales, al igual que criaturas mitad reptiles, mitad mamíferas, otras mitad reptiles y mitad aves.
En tiempos posteriores se perfeccionaron grandemente los explosivos. Algunos explotaban por choque, otros por lo que ahora llamamos detonador, pero la muerte no era resultado del impacto de balas sino de la liberación de algún gas venenoso. Tan poderosos eran los medios de destrucción que compañías enteras de hombres eran muertas con gas venenoso, expulsado por bombas que explotaban encima de sus cabezas, arrojadas mediante una especie de palanca.
( MW 136. ) También tenían armas que arrojaban manojos de flechas con puntas ígneas, y muchas otras, construidas por hombres bien versados en las ramas superiores del conocimiento científico. Muchas de estas cosas se hallan descriptas en los antiguos libros de los hindúes y se afirma que fueron        recibidas de algún Ser superior. El conocimiento requerido para su construcción nunca se vulgarizó.
(SAL 58)  Durante las primeras tres subrazas, se desconocía la moneda del estado, pero se utilizaban piezas de metal o cuero, estampadas, como moneda, perforadas en el centro, y se acostumbraba llevarlas ensartadas como una guirnalda. Cada hombre confeccionaba sus propios cospeles y los utilizaba como usamos los pagarés, estando facultado a fabricar sólo la cantidad que pudiese resarcir mediante la transferencia de bienes en su poder. Las fichas no circulaban como moneda, si bien quien las poseía podía, mediante clarividencia (que todos poseían hasta cierto punto) estimar con precisión los recursos de alguien de quien recibieran fichas. En tiempos posteriores Poseidonis usaba un sistema algo parecido a nuestra moneda, estampando en el dinero el grabado de una triple montaña visible desde la gran capital del Sur.
Los ramoahal y los tlavatlis, que vivían principalmente de la caza y de la pesca, no necesitaban un sistema agrario, aunque los tlavatlis tenían un sistema de cultivo comarcano.
El incremento demográfico y de civilización en los primeros tiempos toltecas tornó necesario un sistema de posesión agraria pero, en gran medida debido a la excelencia de este sistema, eran inexistentes la pobreza y la necesidad. La totalidad de la tierra y su producción, al igual que la hacienda, se consideraban pertenecientes al emperador. El rey o virrey de cada distrito era responsable, en su propio distrito, de las experiencias de cultivo, cosecha, pastoreo y agricultura. Sus consejeros agrícolas eran versados en astronomía, y aprovechaban plenamente las influencias ocultas sobre vida vegetal y animal. Podían producir lluvias a voluntad e incluso neutralizar los efectos de una época glacial.
( SAL   22. ) Aquí podemos mencionar, entre paréntesis, que hace unos 50.000 años, durante la ascendencia tolteca, hubo una época glacial que desoló la mayor parte     de la Atlántida. Durante el invierno, los habitantes del Norte fueron forzados a emigrar hacia el lejano Sur del cinturón de hielo, regresando otra vez a sus campamentos a fines de cazar durante el verano.
Volviendo a la agricultura, se calculaba debidamente el día correcto para cada actividad, supervisándose cada detalle. Cada distrito consumía usualmente su propia producción, aunque a veces tema lugar un intercambio con otros distritos.
( SAL 59. ) Luego de separar una pequeña cuota para el emperador y el gobierno central la producción de todo el distrito se dividía entre los habitantes; el virrey local y sus funcionarios recibían la proporción mayor, pero cada cual recibía lo suficiente como para asegurarle competencia y comodidad.         (SAL    60. MW 139)   Del aumento de la producción, ya fuese agrícola o mineral, participaban todos, pro rata.
Después de un largo período de exitoso funcionamiento, este sistema declinó, apareciendo la negligencia, el egoísmo y el lujo desmedido.
Una causa particular de descontento fue que la clase superior, cuyas facultades físicas estaban debidamente desarrolladas, delegó a sus subordinados menos elevadamente entrenados la tarea de seleccionar los niños para la educación técnica superior. Así se cometieron muchos errores, y las personas se encontraron atadas de por vida a ocupaciones inapropiadas e incongeniables.
( SAL 61. ) En tiempos posteriores de Poseidonis, el sistema original de posesión agrícola cedió paso al de la propiedad individual como el de hoy en día.
Sobrevivió un resto del sistema rural original hasta la época de los Incas del Perú, hace unos 14.000 años. Toda la tierra fue conferida al Inca, y una mitad de ésta, asignada a quienes la cultivaban; la otra mitad, en proporción igual, al Inca y los sacerdotes, que adoraban al sol.
Con su parte el Inca mantenía el ejército, los caminos y toda la maquinaria gubernamental, que estaba en manos de una clase especial, representante de una cultura y civilización mucho más adelantada que la gran masa del pueblo.
Con su cuarta parte, el producto de las "tierras del sol", los sacerdotes mantenían junto con el culto público, toda la educación popular en escuelas y colegios, como asimismo todos los enfermos y valetudinarios, acordando pensiones a todos los mayores de 45 años, cuando se consideraba apropiado el ocio y el disfrute.
( SAL 62. ) En los tiempos de los toltecas, cuando gobernaba un emperador Adepto, había un sacerdocio que constituía una inmensa fraternidad oculta, y empezó a progresar en el Sendero oculto. Por supuesto, éstos eran pocos, pues las masas estaban muy rezagadas en el desarrollo espiritual. Fue adoptado el culto del sol; los de mentalidad espiritual consideraban al sol como un símbolo; los ignorantes no podían ver más allá de un símbolo externo. En toda la Atlántida fueron erigidos magníficos templos para el sol y el culto del fuego, pero más en especial en la Ciudad de las Puertas de Oro. (SAL 64.) No se permitía imagen alguna de la Deidad, y el disco solar era considerado el único emblema apropiado; por lo común se colocaba un disco dorado
para que atrapase los primeros rayos del sol naciente en el equinoccio de primavera o en el solsticio de verano.
Este sistema religioso sobrevive en el culto Shinto en Japón, aunque a diferencia de las magníficas decoraciones de los templos de la Atlántida, los templos Shinto están exquisitamente terminados en madera lisa, sin ataujía, pintura ni otra decoración.
En tiempos posteriores fue colocada en los templos la imagen de un hombre arquetipo, adorándosele como la suprema representación de lo divino.
( SAL 65. ) Sin embargo, se aproximaron los tiempos malos cuando la raza fue aplastada en el abismo del egoísmo. Decayó la idea ética y ello condujo a la perversión de lo espiritual. Cada hombre peleó por sí y usó su conocimiento con fines egoístas. El Libro de Dzyan describe gráficamente la escena: "Entonces la Cuarta se agrandó en su orgullo. Se dijo: Somos los reyes; somos los Dioses. . . Construyeron ciudades enormes. Construyeron con raras tierras y metales, y vomitaron fuego; de la piedra blanca de las montañas y de la piedra negra cortaron sus propias imágenes según su tamaño y semejanza, y las adoraron... La apoteosis del yo no podía ir más adelante.
( SAL 66. ) Además del sol, el sacerdocio conocía y custodiaba otros símbolos; uno de éstos era el concepto de una Trinidad en la Unidad.
Las Trinidades de significado muy sacro jamás fueron divulgadas entre el pueblo, pero la Trinidad personificadora de los poderes cósmicos del universo como Creador, Preservador y Destructor, se conoció públicamente, de manera algo irregular, en los tiempos turanios. Esta idea fue más materializada y degradada aún por los semitas en una Trinidad estrictamente antropomórfica consistente en el padre, la madre y el hijo.
En la época turania tuvo lugar otro desarrollo. Con la práctica de la hechicería, muchos conocieron la existencia de elementales poderosos, convocados o animados por sus propias voluntades poderosas. Los hombres se habían degradado tanto que en realidad empezaron a adorar a estas criaturas semiconscientes de su propio pensamiento maligno.
( SAL 67. ) El ritual estaba manchado de sangre desde el comienzo; cada sacrificio daba vitalidad a estas creaciones vampirescas; algunas de ellas se tornaron con ello tan poderosas que persisten hasta hoy y continúan exigiendo su tributo a comunidades comarcanas inocentes.
Este ritual manchado con sangre no se expandió fuera de los turanios aunque el sacrificio humano no era extraño entre algunos semitas.
En el gran imperio tolteca de México el culto del sol era la religión nacional; las únicas ofrendas a su Deidad benefactora, Quetzalcoatl, eran flores y frutos. Con la llegada de los salvajes aztecas, fueron introducidos los sacrificios humanos a su dios de la guerra, Huitzilopochtli. El arrancar los corazones de sus víctimas en la cima del Teocali puede considerarse como una sobrevivencia del culto de los elementales, correspondiente a sus antepasados turanios de la Atlántida.
Entre dos atlantes el corazón era un símbolo destacado, que representaba, entre otras cosas, el átomo, que .tiene una pulsación similar al latido del corazón humano, y asimismo el sol, al que consideraban que tenía un movimiento semejante, conectado con el período de manchas solares.
( IL I 216-217) También pensaban que la tierra misma respiraba y se movía, y es verdad que recientemente los científicos descubrieron que hay un desplazamiento diario regular de la superficie terrestre, que puede juzgarse como correspondiente, en cierto modo, a la respiración.
( SAL 68-71. ) El estudiante ya sabe que la Raza atlántica, al ser la cuarta Raza-Raíz, representa el punto medio o punto de retorno del ciclo de descenso del espíritu en la materia; y también que Kama, o deseo, alcanza su culminación en esta Cuarta Raza. De ahí que descubramos que la intensificación de Kama dio por resultado propensiones animales degradadas y pasiones brutales, mientras el leve desarrollo de la mente, o Manas, servía solamente para añadir sabor a la complacencia sensual.
Además, su sensibilidad hacia las cosas superiores todavía no se había sumergido ni ahogado por el descenso en la materia de modo que, junto con las insípidas características mencionadas, descubrimos que tenían considerables facultades psíquicas e intuición divina.
Salvo los pocos más avanzados, nadie había alcanzado los poderes del pensamiento abstracto, pero la mente concreta podrá funcionar vigorosamente; consiguientemente los vemos bien avanzados en las cuestiones prácticas de la vida cotidiana, especialmente cuando sus facultades psíquicas eran dirigidas hacia los mismos objetivos.
Por supuesto, gradualmente perdieron sus facultades psíquicas y descendieron hondamente en el egoísmo y el materialismo.
( SAL 32-33. ) Aunque las primeras razas empezaron a pelear entre sí, fueron los atlantes quienes primero desarrollaron la guerra organizada.
De hecho, el principio de la lucha era la característica fundamental de la cuarta Raza-Raíz, y en todo el período atlántico estuvo a la orden del día la guerra en tierra y mar. El principio de la lucha se enraizó tan hondamente en la naturaleza humana que incluso los más intelectualmente desarrollados de la ( quinta) Raza-Raíz aria estaban listos para guerrear entre sí.
( SAL 31. ) El hecho de que Reyes y Emperadores consideren necesarios o apropiado, en ocasiones de Estado, aparecer con el uniforme de una de las armas, es una señal significativa de la apoteosis alcanzada por las cualidades combativas en el hombre.
( IL I 216. ) La palabra sagrada de la Raza atlántica era Tau, así como la de la quinta Raza, o Raza aria, es Om. Se dice que las palabras sagradas dadas a las Razas-Raíces sucesivamente son sílabas consecutivas de una gran palabra que es el verdadero Nombre sagrado.
( AP 99. ) Todavía hoy en día existe una Logia oculta dedicada al estudio oculto preliminar a la Iniciación, fundada originalmente en la Atlántida por Adeptos; observa el mismo ritual antiquísimo, enseñando incluso como idioma sagrado y oculto la misma lengua atlántica usada hace tantos miles de años. Los jefes de esta Logia fundaron el moderno movimiento espiritualista. En cuanto a un relato de esto, el estudiante deberá remitirse a The Astral Plane, pág. 100, o The Astral Body, pág. 191.



Capítulo XL

LA CUARTA SUBRAZA ATLANTE: LA TURANIA

( SAL   24-33. ) La subraza cuarta, o  turania surgió  en el costado oriental del continente, al Sur de las montañas habitadas por los tlavatlis. En su mayoría vivían en el centro de la Atlántida, al Oeste y al Sur del sector tlavatli, pero compartían estas tierras con los toltecas.
Jamás fueron una raza cabalmente dominadora del continente-madre, aunque algunas de sus tribus y razas familiares se tornaran medianamente poderosas. Siempre fueron colonos, emigrando muchos hacia el Este.
( SAL 39. ) En el período de 800.000 a 200.000 años atrás, vivían más al Sur, ocupando la región donde ahora   están Marruecos y Argelia.
También ocupaban las costas Este y Oeste del mar de Asia Central. Algunos se desplazaron más al Este todavía; y lo que más se les aproximaba era el chino del interior de hoy en día. Una pequeña rama de ellos se convirtió en los brutales aztecas, -que conquistaron y reemplazaron el último gran imperio que alzaran los toltecas.
( SAL   32. ) Desarrollaron una suerte de sistema feudal; cada jefe era supremo en su propio territorio y el rey era meramente primus inter pares. A veces el concejo asesinaba al rey y lo reemplazaba con uno de sus integrantes.
De manera que eran turbulentos, revoltosos, brutales y crueles. En algunos períodos, regimientos femeninos participaron en sus guerras.
Como continuamente fueron derrotados en la guerra por los toltecas, que los superaban grandemente en número, y deseaban aumentar la población, cada hombre fue relevado, por ley, de la carga directa de mantener su familia, y el estado consideraba a todos los niños como de su propiedad, y los mantenía. Esto llevó a un incremento de la tasa de natalidad en detrimento de la ceremonia del matrimonio. Fueron destruidos los
vínculos de la vida familiar y del amor paternal; ese esquema fue entonces desechado al demostrarse su fracaso. También intentaron y abandonaron otras soluciones socialistas de los problemas económicos.
(SAL 24 )  Los turanios fueron la primera de las cuatro subrazas “amarillas” posteriores.
( SAL 44. ) Básicamente utilizaban la lengua tlavatli pero tan modificada que, a su tiempo, produjeron un idioma enteramente diferente.
(IL II 409-410) En un tiempo experimentaron con la democracia y la llevaron mucho más lejos de donde lo hubieran sugerido sus más exaltados defensores de hoy en día. Los resultados fueron tan intolerables que toda la raza se disolvió en la anarquía y el caos. Incluso en la actualidad China lleva la huella de la violenta reacción hacia el gobierno aristocrático que siguió.
Los turanios desarrollaron las pasiones animales muy vigorosamente, y en muchos sentidos no eran gente agradable.



Capítulo XLI

UNA RELIQUIA TURANIA: CALDEA, 19.000 a.C.


(MW 234-235.) Una nación de estirpe turania vivía en Caldea hacia el año 30.000 a.C., en tribus pequeñas y rijosas, dedicadas a la agricultura primitiva, y con escaso conocimiento de arquitectura o cultura de cualquier índole.
Llegó hasta ellos un líder del Este, Teodoro, enviado como Gobernador por el Manu. De Teodoro descendía el linaje real de la antigua Caldea, linaje que difería vastamente en apariencia de sus súbditos, por ser de rostros recios, piel bronceada y brillantes ojos hundidos. Puede obtenerse una clara idea de este tipo real a través de las últimas esculturas babilónicas, aunque para entonces la sangre aria había impregnado casi toda la raza.
(MW 201-202.) La civilización que siguió fue tan notable como la del Perú en el año 14.000 a.C., aunque enteramente diferente. En Caldea el sistema de gobierno de ningún modo era excepcional; se enfatizaba sobre la religión que impregnaba y dominaba la vida del pueblo hasta       un punto igualado quizá sólo entre los brahmanes de la India.
( MW 202-206) La fe de Caldea era rigurosa y mística, con un complicado ritual para el culto de los grandes Angeles Estelares, o Logos Planetarios, como los llamaríamos, incluyendo un vasto y cuidadosamente detallado sistema astrológico.
Su idea de la, astrología era prácticamente idéntica a la enseñada en la Teosofía moderna, basada en los principios brevemente indicados en el Capítulo XVI de este libro. La teoría dada a los sacerdotes probablemente llegó a estos a través de la ininterrumpida tradición de los Maestros que tenían un conocimiento de primera mano de los grandes hechos de la naturaleza, conocimiento muy detallado y matemático.
Consideraban al sistema solar como un gran Ser, y todos sus componentes físicos eran Su expresión física, sus componentes astrales colectivamente su expresión astral, y así sucesivamente.
Cada clase de materia estaba compuesta de material perteneciente a los siete grandes tipos o Rayos, como se explicara en el Capítulo XVI.
Los caldeos sostenían que toda la masa de lo que ahora llamamos esencia elemental de cualquiera de esos siete tipos formaba hasta cierto punto un vehículo separado, casi una entidad separada. Puesto que cada hombre tiene dentro de sí materia de la totalidad de los siete tipos, se desprendía que cualquier modificación en (o acción de) cualquiera de los grandes centros que controlaban la materia de ese tipo particular, lo afectaría,
hasta un grado que dependía de la cantidad de materia de ese tipo que poseyese.
( MW 206-210. ) Cada uno de los siete grandes centros del sistema solar tiene su propia enorme esfera de influencia; también tiene ciertos cambios propios ordenadamente periódicos, como el latido del corazón.
Estos cambios periódicos, al ser de diferentes proporciones, producían una serie complicada de efectos, observándose que los movimientos de los planetas físicos de una clave de la disposición de la gran esfera de influencia en cualquier momento dado. Los caldeos sostenían que la intersección de estas esferas de influencia formaban vórtices que determinaban la ubicación de los planetas físicos.
Si bien reconocían que estas diversas influencias afectaban profundamente a los hombres, empero los sacerdotes caldeos distaban mucho de ser fatalistas. Sostenían que las influencias no podían en mínimo grado, dominar la voluntad del hombre, y que sólo podían facilitarle o dificultarle más su actuación, según el caso, siguiendo ciertas líneas. Un hombre realmente fuerte tenía poca necesidad de turbarse ante las influencias que ocurriesen en el ascendente, mas las personas muy corrientes harían bien en considerar en qué momento ésta o aquella influencia podría ser aplicada muy ventajosamente.
Las influencias mismas no son mejores ni peores que la electricidad, pero un sabio tiene en cuenta en su trabajo sobre electricidad la condición eléctrica de la atmósfera y escoge el tiempo en que ésta sea muy favorable para lo que desea hacer.
Así, para tomar un ejemplo simple: se sostenía que la influencia de Marte afectaba a la materia astral en la dirección de la pasión, de modo que cuando las influencias marcianas eran especialmente fuertes, el hombre tendría más probabilidad de que en él se acelerase o intensificase la pasión. Otra influencia intensificaría la excitación nerviosa, y en tales ocasiones sería más que usualmente probable que se suscitasen
disputas, y las personas estarían más propensas a enojarse ante una nimia provocación.
( MW 211-214) Los sacerdotes calculaban la posición y la acción de las esferas de influencia, como guía para la vida práctica. No se ocupaban de hacer predicciones. Para cada año preparaban una especie de almanaque oficial, por el que en gran medida se regulaba toda la vida de la raza. Decidían los mejores tiempos para las actividades agrícolas, para la reproducción de plantas o animales, para la administración de medicinas, etcétera.
Sus seguidores se dividían en clases, según lo que los astrólogos modernos llaman su "planeta regente". Los calendarios contenían advertencias como éstas: "En el séptimo día, quienes adoran a Marte deberán prevenirse especialmente contra la irritación"; o: "Desde el día duodécimo hasta el decimoquinto hay peligro inusual de irreflexión en asuntos conectados con los afectos, en especial para los adoradores de Venus", etcétera.
Todos por igual observaban ciertas horas diarias de oración, reguladas por los movimientos aparentes del sol. Al salir el sol, al mediodía y en el ocaso, los sacerdotes entonaban en los templos ciertos himnos o versos, quienes podían hacerlo acudían a los templos en esas horas; otros recitaban unas pocas frases de oración o alabanza.
Aparte de estas observaciones, comunes a todos, cada persona tenía sus plegarias especiales para la Deidad particular a la que correspondía por nacimiento. El tiempo apropiado para ellas variaba con el movimiento del planeta; el más favorable era cuando el planeta cruzaba el meridiano, y cerca de ello estaban las horas de su salida y puesta. Pero podía ser invocado en cualquier momento en que estuviese encima del horizonte, y, en caso de emergencia, incluso cuando estaba debajo del horizonte, aunque entonces mediante un ceremonial enteramente diferente.
Se publicaban para cada planeta los que pueden llamarse calendarios especiales o libros de plegarias periódicas y toda persona se preocupaba de poseer el apropiado para ella. Se consideraba también que estos calendarios poseían diversas propiedades talismánicas, de modo que el pueblo los llevaba consigo.
( MW 214-218. ) A cualquier hora en que cayese el momento para la meditación o ejercicio religioso, por más inconveniente que fuese aquélla, cada devoto la observaba fielmente, considerando que, en esa hora, sería una necedad y una ingratitud no aprovechar la bendición especial que entonces derramaba su Deidad particular.
También se celebraban espléndidas ceremonias públicas; cada planeta tenía, por lo menos, don grandes festividades en el año, y el Sol y la Luna mucho más que dos. Cada Espíritu planetario tenía sus templos en cada parte del país, al que acudían los devotos de ese planeta; pero para las festividades mayores se reunían vastas multitudes en el
único grupo de magníficos templos próximos a su ciudad capital.
Estos templos estaban dispuestos como para representar, en escalas apropiadas, los tamaños proporcionales de los planetas y sus distancias desde el sol. Los templos diferían en diseño y cada variación tenía presumiblemente su significado especial. Sin embargo, cada uno de ellos poseía una cúpula hemisférica, brillantemente coloreada, con el diámetro proporcional al tamaño del planeta en cuestión.
El lugar en el esquema en el que debiese haber estado representada la tierra era ocupado por el templo de la Luna. Cerca había una cúpula aislada de mármol negro, sostenida por pilares, que tipificaba la Tierra, pero sin santuario.
En el espacio, correctamente calculado, entre Marte y Júpiter, no había templo y en su lugar había una cantidad de columnas; cada una terminaba en una pequeña cúpula hemisférica; estas cúpulas representaban presumiblemente a los asteroides. Los satélites eran indicados por cúpulas subsidiarias correctamente proporcionadas y también se exhibían claramente los anillos de Saturno.
( MW 218-220. ) En las principales festividades de cualquier planeta dado, los devotos de ese planeta llevaban mantos o capas pluviales, de colores brillantes. El color era el consagrado al planeta, según esta lista:
El Sol: delicado material de seda, entretejido con áureas hebras, como tela de oro, pero tan flexible como la muselina.
Vulcano: color llama, muy llamativo y brillante.
Mercurio: anaranjado brillante, matizado con color limón.
Venus: azul-cielo puro, con una hebra subyacente de color verde suave, que daba un trémulo efecto iridiscente.
Luna: blanco, entretejido con hebras de plata, que bajo ciertas luces evidenciaba pálidas sombras violáceas.
Marte: escarlata brillante con un fuerte matiz carmesí debajo; éste con ciertas luces, revelábase como el color predominante.
Júpiter: azul-violeta brillante, salpicado con motitas plateadas.
Saturno: verde ocaso, con sombras gris-perla debajo.
Urano: azul muy oscuro, el color del Atlántico Sur.
Neptuno: índigo oscuro, inesperadamente vívido bajo luces fuertes.
Los devotos, así ataviados, desfilaban en procesión hacia los templos, ornamentados con guirnaldas y flores, llevando estandartes y cayados dorados, cantando sonoramente.
( MW 221-225. ) Las fiestas del Dios-Sol revelaban la máxima pompa; toda la multitud ( cada persona ataviada con el color de su planeta), efectuaba la solemne circunvalación del Templo Solar; los seguidores de cada planeta formaban un anillo concéntrico en su sitio apropiado con relación al templo del Sol en el centro.
El templo del Sol era construido de acuerdo con el Diagrama XLIII, que en la práctica se explica de por sí. El inmenso espejo cóncavo detrás del altar principal era de metal, probablemente de plata, muy pulido.
Sobre la línea marcada SS había una estrecha hendedura en el techo, considerándose un deber religioso mantenerlo brillante y libre de polvo, de modo que la luz de una estrella cayese exactamente en el meridiano sobre el espejo, enfocándose en el sitio donde se muestra el brasero. Al arrojarse incienso en el brasero, la imagen de la estrella brillaba ante la luz gris ahumada. Los fieles inclinaban sus cabezas y los sacerdotes cantaban, como ocurre con la elevación de la Hostia en una iglesia católica.
A veces un espejo chato, suspendido encima del brasero, era descendido hasta un punto focal del espejo cóncavo, de modo que captase la imagen del planeta y la reflejase sobre cierto sitio en el piso del templo.
En ese sitio se ubicaba a los enfermos para quienes esa influencia particular era considerada benéfica. El Diagrama XLIV ilustra en bosquejo la disposición.
En el altar occidental ardía siempre lo que se llamaba el "sagrado fuego lunar", que se permitía que. se apagase sólo en la noche anterior al equinoccio de primavera. A la mañana siguiente los rayos del Sol, al atravesar un orificio encima del altar oriental, caían sobre (y se concentraban mediante) un globo de vidrio lleno de agua; así el mismo Sol reencendía el sagrado fuego lunar, que se mantenía ardiendo durante otro año.
El interior de la cúpula estaba pintado para que representase el cielo nocturno; un mecanismo complicado hacía que las principales constelaciones se desplazasen en él tan exactamente como se mueven las estrellas. Los planetas eran representados mediante cuerpos luminosos que originariamente fueran materializaciones producidas por los Maestros Adeptos, y que se movían libremente en el aire. Después fueron reemplazados por ingeniosos artificios mecánicos.
La parte externa de la cúpula estaba finamente enchapada en oro, con un peculiar efecto moteado que evidentemente pretendía representar las “hojas de sauce” o los “granos de arroz” del Sol.
( MW 225-228. ) Debajo del templo había una cripta, usada exclusivamente por los sacerdotes para la meditación y el auto desarrollo. La luz, reflejada cuando era necesario, se colaba solamente a través de gruesas láminas de sustancia cristalina, de diversos colores, y dirigida sobre los distintos chakras o centros corporales; de esa manera se ayudaba al desarrollo del poder de adivinación, clarividencia e intuición.
También se usaba aquí, como en los Misterios Griegos, una vara hueca o tirso, cargada de electricidad o fuego vital.
Para los caldeos, el título de "Espíritu de un planeta" incluía tres conceptos diferentes. Primero, lo que podemos llamar el "elemento planetario", una entidad indesarrollada, semi-inteligente pero excesivamente potente, consistente en la esencia elemental colectiva del planeta, considerada como una criatura enorme, correspondiente a lo que en el cuerpo astral del hombre llamamos el elemental del deseo. Lo que ellos trataban
de enfocar sobre una persona enferma, o aprisionar en un talismán, era la influencia, o magnetismo, del elemental planetario.
Segundo, el Espíritu de un planeta representaba uno de los diez tipos de esencia que emanaban a través de ese planeta, considerado como centro en el cuerpo del Logos Mismo. En este sentido, el Espíritu del planeta era omnipresente en todo el sistema solar, trabajando en cada hombre, a través de ciertas plantas, minerales, etc., dándoles sus propiedades distintivas. Sus advertencias astrológicas se referían a este Espíritu del planeta en el hombre.
Tercero, consideraban al Espíritu de un planeta como Jefe de toda la jerarquía de espíritus. Que era preeminentemente el espíritu del planeta, o el Angel Estelar. En gran medida lo consideraban tal como los cristianos hacen lo propio con los grandes Arcángeles, los "siete Espíritus ante el trono de Dios", como un ministro poderoso del poder divino del Logos. Se decía que cuando la imagen de una Estrella se reflejaba en la nube de incienso, los clarividentes podían ver la forma del Angel Estelar, la imagen de la estrella brillando sobre Su frente.
( MW 229-230. ) Uno de sus dogmas consistía en que en raras ocasiones era posible que un hombre, mediante meditación y devoción, asegurase un próximo nacimiento en el planeta del Angel Estelar al que adoraba, y los registros del templo contenían relatos de que esto se había realizado. Decían que una o dos veces se había realizado lo mismo en la historia con un orden aún mayor de Deidades estelares, pertenecientes a las estrellas fijas ubicadas fuera por completo del sistema solar.
El término "adoración" tal vez sea incorrecto cuando se habla de los caldeos. El sentimiento era más bien el de hondo afecto, veneración y lealtad que hoy en día sentimos hacia los Maestros de la Sabiduría.
( MW 230-231. ) Evidentemente, su religión significaba muchísimo para los caldeos. Los sacerdotes eran hombres de gran erudición según sus propias orientaciones. Estudiaban historia y astronomía en profundidad, fundiendo ambas ciencias en una sola. Eran muy versados en química y utilizaban algunos de sus efectos en sus ceremonias. Por ejemplo, un sacerdote efectuaba el signo astrológico de un planeta con una sustancia brillantemente fosforescente sobre el pavimento, frente a él.
Algunos sacerdotes se especializaban en medicina, estudiando las propiedades de las drogas cuando se las preparaba bajo ciertas influencias estelares; otros estudiaban agricultura, la composición del suelo y su mejoramiento, el uso de luces coloreadas para las plantas, etc. Otros, a su vez, constituían un consejo meteorológico, prediciendo con precisión las tormentas, los ciclones y la nubosidad. Después esto se convirtió en un Departamento Gubernamental, los sacerdotes que predecían con imprecisión eran exonerados.
( MW 232-233. ) Se atribuía muchísima importancia a las influencias prenatales: se disponía que la madre llevase una vida de tipo semimonacal antes y después del nacimiento de su hijo.
Los sacerdotes no eran responsables de la educación aunque decidían, mediante cálculos, ya veces mediante clarividencia, a qué planeta pertenecía el niño. Cada planeta tenía su propia escuela para alumnos y maestros; la instrucción para cada tipo difería considerablemente; la intención consistía, en cada una, en desarrollar las buenas cualidades y contrarrestar las debilidades características de cada tipo.
Impartir conocimiento era cabalmente secundario; el objeto primordial era la formación del carácter. Se enseñaba a todos los niños la escritura jeroglífica y los cálculos elementales, pero nada más que podamos reconocer como materia escolar. Los preceptos religiosos o éticos se aprendían de memoria, indicando la conducta esperada de un "hijo de Marte", de una "hija de Venus", etc.; la única literatura era un comentario interminable sobre esto; a los niños se les enseñaba a criticar las acciones de los héroes en los relatos.
Así pasaron muchos siglos, familiarizándose teórica y prácticamente con las enseñanzas de este difícil Libro del Deber, como se lo llamaba; se esperaba que los niños representasen los diversos personajes de los relatos, actuando como en un teatro.
El índice escolar de materias no comprendía historia, matemática, agricultura, química ni medicina, aunque cualquier joven, al abandonar la escuela, podía someterse como aprendiz a un sacerdote que lo especializara en cualquiera de estas disciplinas.
( MW 233-234. ) La literatura no era extensa. Los registros oficiales se conservaban con gran cuidado, se documentaban las transferencias de tierras, archivándose como referencia los decretos de los Reyes. Pero no se recopilaba una historia conexa. Se enseñaba oralmente, y los episodios se resumían en tablas, relacionándolos con ciclos astronómicos.
La poesía, transmitida oralmente, estaba representada por una serie de libros sagrados, que ofrecían un relato altamente simbólico del origen de los mundos y la humanidad, y también por baladas que celebraban las acciones de héroes legendarios.
( MW 235-236. ) Después de un largo período de esplendor y prosperidad, el poderoso Imperio de Caldea declinó y decayó lentamente, hasta que fue totalmente destruido por hordas de bárbaros fanáticos que, con fervor puritano, destruyeron todo rastro de los templos. Los depredadores fueron a su vez desalojados por los akkadianos, miembros de la sexta subraza, procedentes del Norte. Estos, al unirse con los restos de la vieja raza y otras tribus turanias, crearon la nación sumiroakkadiana de la que después se desarrollara el Imperio Babilónico.
Este fue afectado, cada vez más, por la mezcla de sangre aria, primero de la subraza árabe, o semita, y luego de la subraza irania, hasta que, en lo que llamamos tiempos históricos, muy poco de turanio quedó en los rostros de las esculturas y mosaicos de Asiria.
Esta última raza se esforzó en reproducir el culto del pasado, del que todavía tenía la tradición, pero sólo logró producir una copia pálida y distorsionada del magnífico culto original de los Angeles Estelares.
(MW 237-238.) Al observar civilizaciones tales como las de Caldea y Perú, en las que todas las naciones vivían una vida feliz y religiosa, libre de la intemperancia y de la opresiva pobreza, podría pensarse que la humanidad desde entonces no evolucionó sino que se retrogradó. Sin embargo, el progreso está sujeto a una ley de cambio cíclico, y bajo esa ley las personalidades, razas, imperios y mundos desaparecen, y perecen
todas las formas, por más bellas que sean, a fin de que la vida que está dentro de ellas crezca y se expanda. (MW 199-200; 139-140.) La Quinta Raza, cuando alcance el cenit de su crecimiento, deberá llegar a una altura más elevada todavía que la lograda por la Raza Atlántica.
En cuanto a ulteriores detalles sobre la civilización caldea, el estudiante deberá remitirse a Man, Whence, How and Whither, págs. 201-238, de donde fue condensado el presente capítulo.


 Capítulo XLII

LA QUINTA SUBRAZA ATLANTICA: LOS SEMITAS ORIGINALES

( SAL 24-25. ) La quinta subraza (o Semitas Originales) surgió en la región montañosa ahora representada por Escocia, Irlanda y algunos de los mares circundantes. En esta mínima porción deseable de la Atlántida creció y floreció manteniendo su independencia contra los agresivos reyes sureños, hasta que llegó el tiempo en que se expandió por el exterior y procedió a colonizar .
Eran turbulentos y descontentos, siempre en guerra con sus vecinos, especialmente con el poder creciente de la subraza que les seguía, la akkadiana.
(SAL 32-33) Se inclinaron por una forma patriarcal de gobierno; sus colonos, nómades en su mayoría, adoptaron casi exclusivamente esta forma. No obstante, en el período de hace 800.000 a 200.000 años, desarrollaron un imperio considerable e incluso poseyeron la Ciudad de las Puertas de Oro. En última instancia debieron ceder paso a los akkadianos; la última subversión tuvo lugar hace unos 100.000 años.
( SAL 39-40. ) Durante el período de hace 800.000 a 200.000 años se expandieron hacia el Oeste y el Este: hacia el Oeste, hasta lo que ahora son los Estados Unidos de Norteamérica, aportando de esa manera el tipo semita hallado en algunas razas indias; y hacia el Este, hasta las costas norteñas del continente que todas allí combinadas eran entonces de Europa, Africa y Asia. Los antiguos egipcios y otras naciones vecinas, fueron modificados hasta cierto punto por la sangre semita.
Con excepción de los judíos, los únicos representantes de sangre comparativamente pura son, en la actualidad, los kabiles de color claro de las montañas de Argelia.
Además de estas emigraciones normales, el Manu dispuso una emigración especial; ésta fue la quinta subraza, y por tanto sé asoció especialmente con el desarrollo del manas, o mente; de allí fue escogido el núcleo del que debía formarse la Quinta Raza-Raiz. Las tribus resultantes de la segregación viajaron a las costas sureñas del mar asiático central, donde se estableció el primer gran reino ario.
(SAL 24) Los semitas, aunque ocupaban el segundo lugar entre las cuatro subrazas "amarillas" posteriores, eran de tez comparativamente blanca.
(SAL 45) En su habla adoptaron una infraestructura tolteca pero la modificaron en una lengua propia.

 

Capítulo XLIII


LA SEXTA SUBRAZA ATLANTICA: LA AKKADIANA

(SAL 25:40.) La subraza sexta, o akkadiana, surgió, después de la gran catástrofe de hace 800.000 años, en la región Este de la Atlántida, cerca de donde hoy en día está Cerdeña. Sin embargo, pronto rigieron el ahora menguado continente de la Atlántida. Lucharon con los semitas en tierra y mar, utilizando en ambos lados considerables flotas. Hace unos 100.000 años vencieron fin9lmente a los semitas, establecieron una
dinastía en la antigua capital semita y gobernaron el país con sabiduría durante varios centenares de años. Fueron un pueblo de gran tendencia comercial, marinera y colonizadora.
( SAL 33. ) Respetaban la ley, vivían en pequeñas comunidades y sostenían una forma oligárquica de gobierno. Como Esparta, en tiempos modernos, tenían un sistema dual de dos reyes que reinaban en una sola ciudad. Lograron grandes avances en astronomía y astrología.
( SAL 40. ) Al expandirse hacia el Este, ocuparon lo que después pasó a llamarse costas del Levante, llegaron hasta Arabia y Persia, y ayudaron a poblar Egipto. Los etruscos y fenicios primitivos, incluidos los cartagineses y sumero-akkadianos, eran ramas de esta rama, mientras los vascos de hoy en día probablemente sean de modo principal, de origen akkadiano.
(SAL 41. PS 11:20-21:25.) En los primeros tiempos akkadianos, hace unos 100.000 años, una colonia de Iniciados fundó Stonehenge, en lo que entonces era la parte escandinava de Europa. Los sacerdotes y sus adherentes pertenecían a un primitivo linaje de akkadianos, y eran más altos, más rubios y de cabezas más alargadas que los aborígenes del país (de origen mixto, pero en su mayoría descendientes degenerados de
los ramoahals). La ruda simplicidad de Stonehenge implicaba una protesta contra el extravagante ornamento y sobredecoración de los templos atlantes de esa época, donde los habitantes adoraban sus propias imágenes.
( SAL 24. ) Los akkadianos, la tercera de las cuatro subrazas “amarillas” posteriores, eran, como los semitas, de color comparativamente blanco.
( SAL 45. ) Al adoptar la infraestructura tolteca, modificaron el lenguaje hasta producir el suyo propio.
Todos los idiomas atlantes eran aglutinativos. En la Quinta Subraza los descendientes de los semitas y los akkadianos desarrollaron el lenguaje inflexivo.



Capítulo XLIV

LA SEPTlMA SUBRAZA ATLANTICA: LA MONGOLICA

( SAL 25-26. ) La subraza mongólica, o séptima, parece haber sido la única que no tuvo contacto con el continente-nmdre. Surgió en las planicies de Tartaria en la Siberia Oriental, cerca de los 63° Lat. N. y 140° Long. E. Descendía directamente de la raza turania, que suplantó gradualmente a la mayoría del Asia. Se multiplicó en exceso, de modo que hasta la actualidad una mayoría de los habitantes de la tierra pertenece técnicamente a ella, aunque muchas de sus divisiones tienen hondos matices de sangre de razas primitivas de modo que se distinguen muy difícilmente de ellas.
( SAL 33. ) Era un pueblo nómade, mejor que sus antepasados de la brutal estirpe turania, pues eran más religiosos al igual que más psíquicos que los turanios. El gobierno que adoptaron requería un soberano que debería ser supremo, como gobernante territorial y sumo sacerdote.
( SAL 41. ) Extensas como son las planiclh tártaras, las tribus mongoles más de una vez se expandieron desde el Asia del Norte por América, atravesando los Estrechos de Behring. La última de estas emigraciones, la de los kitanes, hace unos 1.300 años, dejó vestigios seguidos por los etnólogos, como en algunas tribus de indios norteamericanos.
Los húngaros son retoños de esta raza, ennoblecidos por una estirpe de sangre aria, mientras los malayos son otro vástago, aunque degradado por mezcla con los agotados lemurianos.
La mongólica es la última subraza atlántica, hoy día en plena fuerza, y de hecho todavía no alcanzó su cenit; la nación japonesa todavía tiene una historia para dar al mundo.
(SAL 24) Los mongoles, como los turanios, eran de color amarillo.






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