Capítulo XXXIII
(PM 82. IL II 359-360:329.) Durante la tercera Raza, la lemuriana,
conocida en la literatura hindú como los Dánavas, continuó el proceso de
recapitular las tres primeras rondas, todo lo cual sucedió en la mitad de la
tercera ronda, repitiéndose en esta tercera Raza. Esto implicó la
materialización de los hombres en el plano físico, y su separación en sexos.
Antes de estudiar el proceso detalladamente consideraremos primero, sin
embargo, las condiciones físicas de la tierra misma.
(PM 74.) La tierra había estado cambiando lentamente. "La gran
Madre trabajó bajo las olas. . . trabajó más duramente para la tercera (Raza) ,
y su cintura y ombligo aparecieron sobre el agua. Era el Cinturón, el Himávat
sagrado, que se extiende en torno
del mundo" (La
Doctrina Secreta , II, 419) .
El mar al Sur de Plaksha cubría el desierto de Gobi, Tibet y Mongolia,
y la cadena himaláyica emergió de las aguas al Sur de aquel mar.
Lentamente apareció la tierra, desde el pie de los Himalayas, hasta
Ceilán, Sumatra, Australia, Tasmania e Isla de Pascua; hacia el Oeste hasta
Madagascar y parte de M rica; incluidos también Noruega, Suecia, Siberia
Oriental y Occidental, y Kamschatka. Este vasto continente era Lemuria -la cuna
de la Raza en la
que iba a aparecer la inteligencia humana. Su antiguo nombre es Shálmali.
( SAL 14. ) El continente ecuatorial de Lemuria, en la época de su
máxima expansión, casi circundaba el globo, extendiéndose desde el sitio de las
actuales Islas del Cabo Verde a unas pocas millas de la costa de Sierra Leona, en
dirección Sudeste a través de M rica, Australia, islas Sociedad y todos los
mares intermedios, hasta un punto que distaba escasos kilómetros de un gran
continente isleño -de un tamaño aproximado
a la actual Sudamérica- que se extendía sobre el resto del Océano
Pacífico e incluía al Cabo de Hornos y parte de la Patagonia.
( PM 75. ) En el curso de las edades el vasto continente experimenta
muchos desgajamientos, y se divide en grandes islas. Noruega se hunde y
desaparece. 700.000 años antes que empezase el Eoceno del Terciario
hubo una gran explosión de fuego volcánico, se abrieron abismos en el
lecho oceánico, y Lemuria desapareció como continente, dejando sólo fragmentos
tales como Australia y Madagascar, con la Isla de Pascua,
que se sumergió y luego volvió a surgir.
( SAL 38-39:41. ) La destrucción de Lemuria se produjo principalmente
por fuego, por acción volcánica. Fue barrida por cenizas ardientes y polvo
inflamado de innumerables volcanes; éstos, junto con una gran cantidad de lagos
y pantanos, eran característicos de la superficie terrestre. De manera que los
lemurianos fueron principalmente destruidos por fuego y asfixia, a diferencia
de la siguiente Raza, la de la
Atlántida , que pereció en su mayoría ahogada. Otro contraste
entre la destrucción de Lemuria y la de la Atlántida consiste en que mientras las cuatro
grandes catástrofes completaron la destrucción de la Atlántida , Lemuria fue
devorada por fuegos internos, y la acción volcánica fue incesante.
( PM 75.) Hacia la mitad de la vida de Lemuria, tuvo lugar el gran
cambio climático, que mató a los que quedaban de la segunda Raza, junto con su
progenie, la tercera Raza primitiva. "El eje de la rueda se ladeó. El Sol
y la Luna no
brillaron más sobre las cabezas de esa porción de nacidos del sudor; la gente
conoció la nieve, el hielo, la congelación, y hombres, plantas y animales
menguaron en su crecimiento"
( La Doctrina
Secreta , II, 343-344 ) . Los
brillantes matices del trópico se
desvanecieron antes de la respiración del rey de la nieve; empezaron los días y
noches polares de seis meses, y durante un lapso los restos de Plaksha apenas
evidenciaron una escasa población. Sin embargo, la Tierra Sagrada
Imperecedera continuó existiendo como antes.
( MW 95-96.) Volviendo ahora a la Raza misma, con sus siete
subrazas distintas, veremos que los muchos esquemas de reproducción,
característicos de la tercera ronda, reaparecen en esta tercera Raza y de hecho siguen simultáneamente en diversas partes
de la tierra. El grueso de la población atravesó las sucesivas etapas y
eventualmente se convirtió en ovíparo. Parece que los diversos esquemas de
reproducción eran adecuados para los egos en diferentes etapas de la evolución;
los primeros se mantuvieron en actividad para los egos retrasados, después que
el grueso de las personas se les adelantó.
Estos cambios empezaron unos 16 millones y medio de años atrás, y
ocuparon 5 ½ a 6 millones de años; los cuerpos físicos cambiaban muy
lentamente, teniendo lugar con frecuencia la reversión. Además, la cantidad
original era pequeña y necesitaba tiempo para multiplicarse.
( PM 78. ) La separación de los sexos tuvo lugar en el Período
Secundario, habiendo existido entonces la tercera Raza durante 18 millones de
años, tal vez mucho más; pues empezó en el período jurásico del Secundario, o
edad mesozoica, el Período de los Reptiles, como a veces se lo llama.
( MW 96. ) Cuando el tipo ovíparo se estabilizó, el huevo fue
preservado dentro del cuerpo femenino, y la reproducción asumió la forma que
todavía persiste.
( SAL 21. ) Mientras los cuerpos lemurianos estaban compuestos por
gases, líquidos y sólidos, al principio predominaban los líquidos y los
sólidos, pues todavía su estructura vertebrada no se había solidificado en
huesos como los nuestros y, por tanto, no podían estar de pie. De hecho, sus
huesos se doblaban, como ocurre hoy en día con los huesos
de los infantes. Recién hacia la mitad del período lemuriano el hombre
desarrolló una sólida estructura ósea.
LA PRIMERA SUBRAZA
( PM 76. ) En la primera subraza el método de reproducción era por
expulsión de cuerpos suaves y viscosos -el "sudor"- de donde deriva
su nombre de "nacidos del sudor". Escasamente se revelaban los sexos
dentro del cuerpo.
La consciencia de la primera subraza evidenciaba unidad al estar sólo
en contacto con el Atma.
(MW 94.) Como se mencionó en el capítulo anterior, los Barhishads del
Globo D de la Cadena
Lunar introdujeron en las Razas-Raíces primera y segunda
ciertas entidades retrasadas que sirvieron como mentores de las entidades aún
más rezagadas de aquellas dos Razas.
Algunas de ellas se beneficiaron con esa mentoría y fueron introducidas
en la primera subraza de la tercera Raza-Raíz como sus tipos más bajos.
Tenían cabezas ovoides, con un ojo en la parte superior de éstas, con
un rollo, que parecía una salchicha, representando la frente, y mandíbulas
prognáticas.
El tipo de cabeza ovoide persistió durante muy largo tiempo, pero se
modificó mucho en las subrazas posteriores. Rasgos de esto fueron hallados
incluso en la séptima subraza.
( MW 95. ) Después de ellos, en esta subraza o un poco después (el
punto exacto es oscuro) una cantidad muy considerable de egos, que había
desarrollado en Marte sus cuerpos causales de cestería en cuerpos causales
completos, empezó a preparar el camino para los egos más avanzados que iban a
llegar pronto de la
Cadena Lunar. Este fue el grupo que luchó en Marte contra los
"hombres acuáticos, terribles y malos".
El Diagrama XL ilustra la tercera Raza-Raíz y numerosos grupos de
entidades que encarnaron en ella.
LA SEGUNDA SUBRAZA
( PM 76. ) En la segunda subraza, los cuerpos exudados se endurecieron:
"las gotas se endurecieron y redondearon. El Sol la calentó; la Luna la enfrió y modeló; el
viento la alimentó hasta su madurez" (La Doctrina Secreta ,
II, 20) . Así los cuerpos blandos se endurecieron gradualmente, se endureció la
cobertura externa de la envoltura, y asumió la forma del huevo, del óvulo, que
desde entonces hasta ahora es el hogar natal del germen. Dentro del huevo las
formas evolucionaron gradualmente en criaturas definidamente andróginas,
claramente humanas en cuanto al tipo. Estas se llaman hijos del Yoga pasivo
porque parecen tan abstraídos de las cosas externas.
La consciencia de la segunda subraza exhibió una dualidad al estar en
contacto con el Atma-Buddhi.
( PM 79. ) En The Pedigree of Man
se habla colectivamente de las primeras dos subrazas como de "la
tercera primitiva"; nacieron bajo Shúkra, o Venus, y evolucionaron en
hermafroditas bajo esta influencia. Las razas se separaron bajo Lohitanga, o
Marte, que es la corporización de Kama, la naturaleza pasional.
LA TERCERA SUBRAZA
(PM 77. MW 96.) En la tercera subraza la criatura se desarrolló dentro
de la envoltura, que ahora era una concha, y que se tornó cada vez más gruesa,
e hizo evolucionar los órganos sexuales dobles. Al nacer, tras romper la
envoltura, estaba plenamente desarrollado como un pollito de hoy en día. y
capaz de caminar y correr .
Eran hermafroditas; después, hermafroditas con un solo sexo
predominante. Mucho después se desarrollaron en seres unisexuales.
Junto con la cuarta subraza se les llamó los Señores de la Sabiduría , nombre que,
sin embargo, pertenece propiamente a cierta clase de Barhishads quienes, como
veremos ahora, entraron en ellos y los utilizaron como vehículos a fin de hacer
evolucionar (partiendo de la mejor sub-raza tercera) cuerpos adecuados para la
cuarta subraza en la que los sexos se separarían claramente.
( PM 76. ) Como todas las formas existentes entonces en la tierra, el
hombre de la tercera subraza era gigantesco, comparado con su tamaño actual.
Fue contemporáneo del pterodáctilo, del megalosaurio, y de otros animales
gigantes, y debía imponerse entre ellos.
En la tercera Raza-Raíz evolucionaron los órganos de la visión; al
principio sólo existía un ojo en la mitad de la frente -después llamado tercer
ojo- y luego ambos ojos. Pero ambos ojos eran poco usados por los hombres de la
tercera Raza-Raíz hasta la séptima subraza; y no se convirtieron en los órganos
normales de visión hasta la próxima Raza-
Raíz, la cuarta.
( PM 80-81. ) Este “tercer” ojo, desarrollado bajo la influencia
de la Mónada ,
poseía poderes de visión mucho mayores que los otros dos ojos o, más
precisamente, ofrecía menos obstrucción al poder perceptivo de la Mónada. Pero como la Mónada se replegó ante el
intelecto, triunfó lo físico, y los dos débiles órganos de visión, que llamamos
ojos, se desarrollaron gradualmente, siendo éstos un obstáculo mayor para el
poder perceptivo de la Mónada ,
pero como daban una definición más aguda de los objetos, conducían a una visión
más clara que antes.
El “tercer” ojo daba las impresiones de lo físico en conjunto antes que
en detalle, y el cierre temporario era el modo de obtener una visión más clara.
Los hombres de la tercera Raza, que poseían el "tercer" ojo,
aunque aparentemente salvajes en cuanto a la forma, no eran menos intuitivos,
respondiendo prontamente a los impulsos enviados por los Reyes Divinos (que
serán descriptos ahora) .
( SAL 22-23. ) El resto atrofiado del tercer
ojo se conoce ahora como la glándula pineal. Esta es ahora solamente un centro
de la visión astral, pero para los lemurianos era el centro principal no sólo
de la visión astral sino también de la visión física. Esta visión psíquica
continuó siendo un atributo de la raza no sólo a lo largo de todo el período
lemuriano sino también en los tiempos de la Atlántida , la cuarta
Raza-Raíz.
(SAL 30, PM 37.) Las Razas-Raíces primera y segunda, al no ser físicas,
no tenían necesidad de producir una serie de sonidos a fin de transmitir sus
pensamientos; pero cuando el hombre se convirtió en la tercera Raza física, no
pudo permanecer mudo por largo tiempo. Los sonidos que los hombres primitivos
efectuaban para expresar sus pensamientos se componían al principio,
enteramente, de vocales. En las primeras dos subrazas esto consistía en meros
gritos de placer y dolor, de amor e ira; en la tercera subraza se tornó
monosilábico, y, de hecho, en Lemuria jamás llegó a esta etapa; los sonidos
consonantes entraron en uso gradualmente. El chino de hoy en día es el único
gran componente lineal del lenguaje lemuriano, pues "toda la raza humana
era en ese
entonces de un solo idioma y un solo labio" ( La Doctrina Secreta ,
II, 208).
LA CUARTA SUBRAZA
Llegamos ahora a la cuarta subraza. Pero el estudiante deberá entender
que el desarrollo de una subraza respecto de la precedente es un proceso muy
gradual, que se extiende durante un largo lapso, de modo que a menudo es
difícil trazar una línea divisoria precisa entre una subraza y la que le sigue.
( MW 96. ) Se recordará que la tercera subraza fue llevada hasta una
etapa en la que se ponían huevos; esta es una etapa en todo el proceso de la
completa separación de los sexos, proceso que, como ya se dijo, ocupó de 5
½ a 6 millones de años.
(MW 96-97.) A algunos huevos se aplicaba un tratamiento muy especial.
Eran separados por los Señores de la
Luna , se los magnetizaba cuidadosamente y conservaba en una
temperatura equilibrada, hasta que surgía la forma humana, hermafrodita en esta
etapa, como ya se dijo. Entonces se la alimentaba en especiar y se la
desarrollaba con cuidado y, cuando estaba lista, entraba en posesión de uno de
los Señores de la Luna.
Mucho :. de estos Barhishads encarnaron así a fin de trabajar
en el plano físico y durante un largo lapso utilizaron estos cuerpos
cuidadosamente preparados. Parece que esto sucedió sólo unos pocos siglos antes
de la separación de los sexos.
( PM 77- 7S. ) Hacía el fin de la cuarta subraza, la joven criatura que
emergía del huevo ya no podía caminar y cada vez se afianzaba más su desamparo
al nacer.
El embrión humano todavía reproducía las etapas descriptas; revelaba la
forma tipo ameba de la primera Raza; la forma filamentoide de la segunda Raza;
la asexualidad de las primeras etapas ingresa en el estado andrógíno, y luego
predomina lentamente el macho o la hembra, determinando el sexo, como en la
tercera Raza. Asimismo deberá notarse que los rastros de dualidad sexual jamás
desaparecen, ni siquiera en la madurez, reteniendo el macho los órganos
rudimentarios de la hembra, y ésta los del macho.
Estos modos variados de reproducción se preservan en algunos ritos
hindúes; así, en el relato del sacrificio de Daksha, se presentan diversos
modos: "Del huevo, del vapor, de la vegetación, de los poros de la piel y,
finalmente, sólo del vientre" (La Doctrina Secreta ,
II, 193, citando al Váyu Purána).
(MW 97-98.) Una vez que se establecieron los últimos nacidos de huevos
-como se los llamó- ingresaban los mejores de las cesterías- probablemente los
de los Globos A y B de la
Cadena Lunar. Estos fueron seguidos rápidamente por los más
bajos de los que habían conseguido los cuerpos causales completos en la Luna (Hombres Lunares
del Primer Orden). Había escasa diferencia entre los mejores de las
cesterías y los más bajos de aquellos con cuerpos causales completos.
De aquellos con cuerpos causales completos, podemos distinguir 5
camadas o embarques.
1. Los de los Globos G, F y E de la Cadena Lunar ; la
mayoría era del Globo G, el menos evolucionado de los tres conjuntos.
2. Una gran cantidad del Globo G,
una parte baja del Globo F, y una parte más baja aún del Globo E.
3. Los mejores del Globo G, algunos medianamente buenos del Globo F,
algunos buenos del Globo E.
4. Los mejores del Globo F, y todos los óptimos del Globo E.
5. Los mejores del Globo E, con unos pocos del Globo D (la Luna misma) .
Más bien se los clasificó por etapa de crecimiento que por tipo, pues
de hecho eran de todos los tipos. Entre ellos se observó a uno que se había
individualizado por el miedo. En conjunto eran cientos de miles de estos egos,
que encarnaban entre los nacidos de huevos.
( PM 78- 79. ) Se mencionó antes que algunos Barhishads llegaron a
encarnar en la Tierra.
Para esta finalidad tomaron las mejores formas disponibles de
lo que, en The Pedigree of Man, se
llama "tercera" mitad, i. e., las subrazas tercera y cuarta. Estos
Barhishads encarnados se denominaron Andróginos Divis, o Hermafroditas Divinos.
Moldearon sus formas en la belleza más divina; eran en extremo gigantes, de
figura
y rasgos espléndidos. Con su llegada, y la subsiguiente separación de
los sexos, terminó el Satya Yuga de la Tierra.
Estos Andróginos Divinos eran de un esplendoroso matiz rojo-oro,
indescriptiblemente brillantes y magníficos; la majestuosidad de su aspecto
general se acrecentaba con el ojo único que fulguraba como una joya desde su
encandilante engarce. El rojo terroso de las formas burdas y torpes de los
primeros hombres y mujeres, después de la separación de los sexos, se
parangonaba muy desfavorablemente con las formas de los Andróginos Divinos.
( PM 80-81. ) De altura gigantesca y correspondientemente robustos, dan
la impresión de un poder tremendo, que mucho excede a los hombres de nuestra
propia generación como las Anoplatéridas y Paleotéridas, que los rodean en sus
tiempos posteriores, superan a los bueyes, los ciervos y los cerdos, ya los
caballos, tapires y rinocerontes que descendieron de ellos.
Los hombres que les sucedieron, con frentes huidizas, con el ojo
oscuramente colorado, que brillaba rojizamente sobre la nariz achatada, y
pesadas quijadas salidas, ofrecen una apariencia repulsiva, según los gustos
modernos.
El recuerdo del "tercer" ojo persistió, por supuesto, en el
relato griego de los Cíclopes de un solo ojo -después se los llamó los
de-un-solo-ojo- y de Ulises, un hombre de la cuarta Raza-Raíz, matador de un
Cíclope de la tercera Raza-Raíz, que tenía un ojo central.
Bajo la guía de los Andróginos Divinos, que gobernaban como Reyes
Divinos, esta subraza construyó poderosas ciudades, enormes templos ciclópeos,
poderosos y macizos, erigidos de modo tal que los fragmentos todavía subsisten.
Construyeron la misma Shamballah, la Ciudad Santa , la Morada Sagrada , que
aún permanece incólume, testigo del arte que la planificó y de la fuerza que la
construyó.
( MW 98. IL II 360. ) Hace unos 10 u 11 millones de años, como hemos
visto, se estableció plenamente la separación de los sexos, lográndose una
razonable continuidad formal. Luego se llevó a cabo una cantidad de esfuerzos
especiales por parte de las Autoridades a cargo, para consolidar a la humanidad
y fijarla definidamente en su rumbo hacia el avance espiritual superior que
estaba ante ella en el arco ascendente
de la cadena. Se recordará que el punto medio preciso de toda la cadena
será la mitad de la Raza
próxima, la cuarta; así que ahora descubrimos los preparativos para la segunda
mitad, o mitad ascendente de la cadena, que se realiza ligeramente antes del
punto medio exacto.
El primer paso en este preparativo fue una repetición, por parte de los
Señores de la Luna ,
del episodio del chháya, descripto en el capítulo que trata sobre la primera
Raza. Pues después de dar sus chháyas para la primera Raza, los Barhishads
abandonaron la Tierra ,
ascendiendo al Mahaloka por un lapso. ( PM 81.) “Habiendo proyectado sus
sombras y hecho a los hombres de un solo elemento, los Progenitores reascienden
al Mahaloka; de allí descienden periódicamente cuando el mundo se
renueva, para dar nacimiento a nuevos hombres” (La Doctrina Secreta ,
II, 16). (IL II 360-361. MW 98-99.) Como antes, hubo siete de ellos, “cada uno
en su propia parcela”, a fin de suministrar los vehículos a los siete grandes
tipos o rayos humanos.
Las otras entidades de la raza inferior, que recién se hacía descender
al nivel físico, se apoderaron ávidamente de estas. "sombras" (o
vehículos etéricos) entraron en
ellas y procuraron utilizarlas. Al
no adaptarse plenamente a ellas, hallaron difícil mantener su posición,
saliéndose de su sitio constantemente. Tan pronto sucedía esto, alguna otra
entidad se apoderaba del cuerpo etérico, deslizándose en él como si fuese un
sobretodo, tan sólo para escurrirse de él a su vez y ver cómo lo ocupaba algún
otro.
La escena recuerda la idea griega de que los Dioses crearon el mundo a
las carcajadas, pues decididamente tenía su elemento cómico, ya que los egos
luchaban por las formas sin poder manejarlas cuando las obtenían. Este es uno
de los "descensos en la materia", la materialización final del cuerpo
humano, el completamiento de la “caída del hombre”.
Muchos de estos dobles etéricos, y gradualmente las personas menos
desarrolladas, se acostumbraron a sus nuevos “sacos de piel”, aprendieron cómo
habitarlos permanentemente, de modo que pudiera emprenderse otro proceso de
materialización.
De este modo fueron producidos gradualmente cuerpos que sirvieron para
expresar los siete grandes tipos y sus subtipos, y las personas se pusieron a
reproducirlos firmemente.
En varias partes del mundo continuaron otros medios de reproducción
durante prolongados lapsos; las etapas sucesivas se entremezclaron mucho,
debido a las grandes diferencias evolutivas.
Las tribus que siguieron los métodos reproductivos primitivos se
tornaron gradualmente estériles, mientras los hombres y mujeres verdaderos se
multiplicaron grandemente, hasta que la humanidad, como ahora la conocemos, se
estableció definitivamente por todo el mundo.
Otras clases de egos continuaron encarnando: los de otras rondas, que
no habían estado en las Razas-Raíces primera y segunda, correspondientes a la Tierra.
( MW 98. ) En esta etapa había 5 clases humanas que pugnaban
recíprocamente para obtener formas humanas mejores. Comenzando con las muy
primitivas, eran éstas:
1. Las que sólo ahora ascendían desde el reino animal.
2. Las dotadas de cuerpos causales lineales, que habían estado en la Tierra durante un tiempo.
3. Las cesterías de Marte.
4. Las mejores cesterías del Nirvana de la Inter-cadena .
5. Las 5 clases previamente enumeradas, que tenían cuerpos causales
completos, habiendo llegado de los Globos G, F y E de la Cadena Lunar.
(MW 99. IL II 361.) Las formas proyectadas por los Señores de la Luna eran de muy bello
aspecto, pero por ser etéricas se modificaban prestamente, y los egos que
ingresaban en ellas las distorsionaban. Los cuerpos de los hijos de estas
entidades de ningún modo igualaban a los de sus padres, eran definidamente
feos; probablemente quienes los utilizaban acostumbraban pensar en la cabeza
ovoide y la frente como un
rollo de salchicha, y de ahí que reaparecieran estas formas. No
obstante, se establecieron ciertos tipos y, por más que las formas se
deteriorasen, todavía eran habitables.
Después de evolucionar muchas generaciones de seres humanos bien
establecidos, descendidos de las formas etéricas materializadas, bajaron los
Barhishads a tomar posesión de los cuerpos así modelados, de los egos
individualizados en los Globos A, B y C de la Cadena Lunar.
( MW 100. ) De estos había tres camadas: 1) Más de 2 millones del grupo
anaranjado del Globo A; 2) algo menos de 3 millones del grupo amarillo del
Globo B; 3) algo más de 3 millones del grupo rosado del Globo C. Digamos unos 9
millones en total. Fueron guiados por diferentes regiones de la superficie del
mundo, con el fin de que formasen tribus.
(MW 100. IL II 362:330:285.) Luego sucedió algo curioso. "Un
tercio se rehúsa; dos tercios obedece." El grupo anaranjado de egos, al
ver que les ofrecían los cuerpos, rehusaron entrar, no por maldad alguna, sino
por puro orgullo, desdeñando las formas inatractivas, y tal vez también por su
antiguo odio hacia las uniones sexuales.
Sin embargo, los grupos amarillo y rosado fueron dóciles y obedecieron,
mejorando gradualmente los cuerpos que habitaron. Así fue creada la cuarta
subraza lemuriana. Esta fue la primera humana, en todo sentido, excepto la
embriónica; y puede remontarse a la recepción de las formas de parte de los
Barhishads.
En La
Doctrina Secreta , H. P. Blavatsky habla de esta cuarta
subraza como "amarilla", aparentemente por el color de los egos
amarillos llegados del Globo B de la Cadena Lunar. La subraza era negra; este color
persistió durante algún tiempo en subrazas posteriores, como ahora veremos.
( SAL 30.) Los descendientes de
estos monstruos, tras reducir su tamaño y tomarse físicamente más densos a lo
largo de los siglos, culminaron en una raza de monos en el período mioceno, del
que descendieron los pithecoides de hoy en día. Con estos monos los atlánticos
(cuarta Raza) renovaron el "pecado de inmentalidad", esta vez con
plenaresponsabilidad; el resultado fueron los monos que conocemos como antropoides
(vide "La
Doctrina Secreta ", II, 728).
Parece que estos antropoides obtendrán la encarnación humana en la
sexta Raza-Raíz venidera, sin duda en los cuerpos de las razas más bajas a la
sazón existentes en la tierra.
De manera que la región asignada al grupo anaranjado quedó vacante. Los
cuerpos que debían haber usado fueron gozosamente ocupados por entidades que
recién emergían del reino animal, el tipo humano más bajo. La consecuencia de
esto fue que, en vez de mantener el avance que se había ganado con tanto
esfuerzo, se permitió que las formas retrocediesen nuevamente a un estado
incluso peor que antes. Los humanos primitivos que habitaban las formas hasta
se entremezclaron con algunas formas animales, con naturalidad suma, sintiendo
poca diferencia entre ellos y los niveles de los que acababan de emerger.
(SD II 22.) Esto fue lo que H. P. Blavatsky llamó el "pecado de
inmentalidad", y el resultado de esto fueron los diversos tipos de monos
antropoides.
El Libro de Dzyan describe así, gráficamente, el episodio recién
mencionado:
"Durante la
Tercera , los animales sin huesos crecieron y cambiaron; se
convirtieron en animales con huesos, solidificándose sus Chháyas.
"Los primeros en separarse fueron los animales. Empezaron a
reproducirse. También se separó el hombre doble. Este dijo: 'Hagamos como
ellos, unámonos y hagamos criaturas.' Y lo hicieron.
"Y quienes no tenían Chispa se unieron a enormes animales hembras.
Estos engendraron razas mudas. Ellos mismos eran mudos. Mas sus lenguas
se desataron. Las lenguas de su progenie permanecieron calladas. Engendraron
monstruos. Por todos lados continuó una raza de deformes monstruos cubiertos
con pelo rojo. Una raza muda que mantendría una vergüenza indecible.
"Al ver esto, los Lhas que
no habían construido hombres, lloraron, diciendo:
" ‘Los Amanasa (inmentales, los sin-mente) ensuciaron nuestras
moradas futuras. Esto es Karma. Moremos en otros. Enseñémosles mejor, no sea
que ocurra peor .' Lo hicieron.
"Luego todos los hombres quedaron dotados de Manas. Vieron el pecado
de la inmentalidad."
(MW 101. IL II 385-387.) El karma por el rechazo del grupo anaranjado
de egos a ocupar su lugar debido en la tarea de poblar el mundo, consistió en
que después fueron forzados a encarnar y debieron ocupar cuerpos aún más bajos
y burdos, mientras para ese tiempo los Señores de la Luna se dedicaban a otro
trabajo. Así se convirtieron en una raza retrógrada, hábil pero no buena,
atravesando muchas experiencias desagradables. Disminuyeron en número al chocar
constantemente con el orden común y ser encajadas, en gran medida mediante
sufrimiento, dentro de la gente ordinaria.
Unos pocos, fuertes, crueles e inescrupu1osos, se convirtieron en
Señores del Rostro Oscuro en la
Atlántida (como veremos cuando lleguemos a tratar la cuarta
Raza) . Fueron vistos algunos entre los indios de Norteamérica con rostros
refinados pero duros; unos pocos persisten todavía, incluso hasta nuestros
días; por naturaleza son "turbulentos y agresivos, independientes y
separativos, proclives al descontento y ávidos de cambio". Son los
inescrupulosos entre los reyes de las finanzas, los estadistas como Bismarck,
los conquistadores como Napoleón. Pero están desapareciendo gradualmente, pues
aprendieron muchas lecciones amargas.
Quienes no tienen corazón, luchan siempre, se oponen siempre a todo y
por doquier, y por regla general deben, en última instancia, ser puestos en la
horma; poquísimos tal vez acaben en la magia negra, más la presión firme es
delÍ1asiado grande para la mayoría.
LA QUINTA SUBRAZA
( MW 104-105. ) Los Barhishads de los Globos A, B y C de la Cadena Lunar llegaron
a encarnar ahora, para ayudar al Manu en la fundación de las subrazas quinta,
sexta y séptima. En estas subrazas posteriores los Barhishads se convirtieron
en Reyes -los Iniciados Reales de los mitos- que a menudo son más verdaderos
que la historia.
Un Iniciado-Real debía reunir una cantidad de personas a su alrededor,
formando un clan, y luego enseñar a este clan algunas artes de la civilización,
y dirigirlas y ayudarlas en la construcción de una ciudad.
Fue construida una gran ciudad bajo esa dirección en la que ahora se
conoce como la isla de Madagascar, y muchas otras fueron construidas, de modo
parecido, en otras partes del continente lemuriano. El estilo arquitectónico
era ciclópeo, impresionante por su enormidad.
Durante el largo período así ocupado, fue cambiando la apariencia
física de los lemurianos. El ojo central, en la parte superior de la cabeza, se
fue retirando, pues cesó de funcionar, hacia el interior de la cabeza, para
formar la glándula pineal, mientras los dos ojos -al principio uno a cada lado
de ella- se activaron. La leyenda griega de los
Cíclopes, como se mencionó antes, es evidentemente una tradición de la
primitiva época lemuriana.
Hubo alguna domesticación de animales; algunos de éstos eran escamosos,
casi tan inatractivos como sus amos.
Animales de toda clase eran comidos crudos; algunas tribus ni siquiera
desechaban la carne humana. Las criaturas de nuestros grados de babosas,
caracoles y gusanos, mucho mayores que sus degenerados descendientes, eran
consideradas con peculiar favor como sabrosos bocados.
(IL II 362-363.) Hablando en general, la descripción de un hombre de la
tercera ronda se adaptaría bastante al hombre de esta quinta subraza lemuriana.
A menudo se habló de ellos como de personas de cabeza ovoide, por el parecido
de sus cráneos con un huevo con su pequeño extremo hacia arriba. Todavía tenían
frente pequeña, y los ojos, como se dijo, estaban cerca de la punta de ese
huevo.
Eran negros" o cobrizos.
Las subrazas quinta, sexta y séptima de la Raza Lemuriana eran
mucho más de lo que ahora llamaríamos humanas respecto de sus predecesoras.
( SAL 23-24. ) La que sigue es una descripción abreviada de un
lemuriano de una de las subrazas posteriores, probablemente la quinta.
"Su estatura era gigantesca, entre 3 ½ y 4 ½ m. Su piel era muy
oscura, de un marrón amarillento. Tenía una larga mandíbula inferior, un rostro
extrañamente achatado, los ojos pequeños pero penetrantes y ubicados
curiosamente muy separados, de modo que podía ver tanto a los costados como al
frente, mientras el ojo de la parte posterior de la cabeza le permitía ver
también en esa dirección. En vez de frente tenía un rollo de carne; la cabeza
era huidiza, hacia atrás y hacia arriba. Los brazos y las piernas,
especialmente los brazos, eran en proporción más largos que los nuestros, y no
podían estirarse perfectamente en los codos ni en las rodillas. Las manos y los
pies eran enormes; los talones se proyectaban hacia atrás. La figura estaba
cubierta por un manto flojo de piel, algo similar al cuero del rinoceronte,
pero más escamosa. Alrededor de la cabeza en la que el pelo era corto, se
enroscaba otro pedazo de piel a la que se agregaban adornos de colores rojo
brillante, azul y otros.
En su mano izquierda blandía una vara afilada, de unos 3 ½ a 4 ½ m de
largo. En su mano derecha tenía enroscado el extremo de una larga soga hecha
con una planta rastrera, con la que conducía a un reptil enorme y horrible,
algo parecido al plesiosaurio. La apariencia del
hombre daba una sensación desagradable, pero no estaba enteramente
incivilizado, siendo un espécimen del común de su tiempo". Muchos eran
menos humanos todavía que el individuo aquí descripto.
LA SEXTA SUBRAZA
( IL II 363. MW 108. ) Los hombres de la sexta subraza se destacaban
principalmente por su color. Ya no eran negros ni cobrizos como la quinta
subraza, sino azul-oscuros, y su matiz varió, hacia el fin de la raza, en un
azul definido pero más bien lívido.
( MW 94. ) Todavía mostraban rastros de cabeza ovoide, debido a la
frente huidiza.
( MW 105-106. ) Mientras se
desarrollaba la sexta subraza, una gran cantidad de Iniciados y sus discípulos
fue enviada desde el Nirvana de la Intercadena hacia la Tierra , para ayudar al Manu
de la cuarta Raza-Raíz encarnando en los mejores cuerpos que Aquel hiciera
evolucionar hasta entonces. Quienes habían agotado su karma recibieron los
mejores cuerpos, y quienes los ocuparon fueron capaces, consiguientemente, de
mejorarlos, y de sacar de ellos todo aquello que pudiesen
producir. Estos Arhats y sus discípulos trabajaban bajo el control de
los Barhishads y los Manus de las Razas-Raíces tercera y cuarta; la séptima
subraza evolucionó con ayuda de aquellos.
LA SEPTIMA SUBRAZA
La séptima. subraza, que empezó como gris-azul, descendió, a través de
diversas tonalidades grisáceas, en una especie de gris-blanco. Puede lograrse
una clara idea del tipo de sus rostros por las estatuas que erigieron; unas
pocas de éstas subsisten en la
Isla de Pascua. Estas estatuas, la mayoría de unos 8 ½ m de alto y 2 ½ m de hombro a hombro, pretendieron
probablemente representar los rasgos y la altura de quienes las tallaron, o
posiblemente de sus antepasados, pues es probable que las estatuas fueran
erigidas en las épocas posteriores de los lemurianos-atlánticos. (IL II
363-364. MW 94:108. SAL 24-25:28:37-38.) Los rostros eran largos y caballunos;
la punta de la nariz estaba al principio encima del centro (y hacia el fin de
la raza exactamente en el centro) de una línea dibujada desde la parte superior
de la frente hasta la barbilla.
La frente era todavía un mero rollo de hueso, aunque se desarrolló un
poco más arriba hacia el fin de la subraza.
Como la sexta subraza, todavía evidenciaban rasgos de cabeza ovoide,
debido a la frente huidiza.
Tenían labios gruesos y toscos,
y narices anchas y chatas, características que sobrevivieron, en forma menos
agravada, entre los negros, que son tal vez sus representantes más próximos en
la actualidad.
La estatura decreció perceptiblemente, y la apariencia de manos, pies y
miembros se asemejó más a la de los negros de hoy en día.
Los hombres de las subrazas posteriores, sexta y séptima, fueron
grandes constructores en un burdo estilo ciclópeo, y asimismo tuvieron cierta
idea artística. Desarrollaron una civilización importante y de larga duración,
y durante miles de años dominaron a la mayoría de las otras tribus que
habitaban en el vasto continente lemuriano, e incluso al fin, cuando la
decadencia racial pareció alcanzarlos, aseguraron otro arriendo
de vida y poder mediante matrimonios mixtos con los Ramoahals, la
primera subraza atlántica. La progenie, si bien retuvo muchas características
de la tercera Raza, en realidad perteneció a la cuarta Raza, y así adquirió
nuevo poder de desarrollo. Su apariencia llegó ahora a no diferir de la de
algunos indios americanos, salvo que su piel tenía un curioso tinte azulado que
ahora no se ve.
Las primeras ciudades fueron construidas en esa extensa y montañosa
región que incluía a la actual Isla de Madagascar. Otra gran ciudad es
descripta en La
Doctrina Secreta , II, 331, como erigida enteramente con
bloques de lava. Estaba a unos 18 ½ km. al Oeste de la actual Isla de Pascua y
fue destruida subsiguientemente por una serie de erupciones volcánicas.
En la actualidad no existe raza alguna de pura sangre lemuriana; aunque
los pigmeos del M rica Central parecen representar un fragmento largamente aislado
de la cuarta subraza, reducido hasta su actual estatura durante millones de
años de acuerdo con esa curiosa ley que parece imponer la disminución de tamaño
alas últimas reliquias de una raza moribunda.
La mayoría de las tribus negras tienen una considerable mezcla de
sangre atlántica, o de la cuarta Raza; en el caso de los zulúes, por ejemplo,
tenemos en su figura y porte generales un cercano representante de la segunda
subraza de los atlánticos, los Tlavatli, aunque el color y algunos rostros son
lemurianos.
Los restos degradados de la tercera Raza pueden también ser reconocidos
en los aborígenes de Australia, los isleños de Andamam, algunas tribus
montañosas de la India ,
las de Tierra del Fuego, los bosquimanos de Africa, y algunas otras tribus
salvajes. Las entidades que ahora habitan esos cuerpos deben haber pertenecido
al reino animal de esta cadena.
( SAL 43. ) En Lemuria existió una Logia Iniciática pero primariamente
no era para beneficio de los lemurianos. Como estaban lo suficientemente
adelantados, es verdad, fueron enseñados por los Adeptos Gurús, pero la
instrucción que requerían se limitaba a la explicación de unos pocos fenómenos
físicos como el movimiento de la tierra alrededor del solo la razón de la
apariencia diferente que asumían los objetos físicos al observarlos
alternadamente con la visión física y la visión astral.
Sin embargo, la Logia
estaba dirigida primariamente a aquellas entidades llegadas de Venus y que,
mientras ayudaban a la directa evolución de la tierra, proseguían al mismo
tiempo su propio desarrollo evolutivo.
Capítulo XXXIV
( MW 102-103. PM 89. IL. I 9. ) Describiremos ahora el momento más
dramático en la historia de la
Tierra : la
Llegada de los Señores de la Llama , acontecimiento que requiriera una prolonga
preparación.
Los Barhishads y el Manu de la Tercera Raza hicieron todo lo posible para hacer
ascender a entidades hasta el punto en el que se acelerase el germen mental,
posibilitándose el descenso del ego. Se impulsó a todos los rezagados; en el
reino animal no había nadie más que pudiese elevarse hasta el reino humano. La "puerta"
iba a "cerrarse" a los otros que inmigraban del reino animal en el
reino humano sólo cuando no hubiese a la vista más candidatos capaces de llegar
al nivel humano, sin una repetición del tremendo impulso dado una sola vez en
la evolución de un Esquema, en su punto más central.
Se escogió como momento un gran acontecimiento astrológico, cuando se
produjo una especialísima ubicación de planetas y fue muy favorable el estado
magnético de la Tierra.
Esto ocurrió hace una 16
½ millones de años. Nada quedó por hacer, salvo lo que Ellos solos podían
hacer.
Entonces, "con el poderoso rugido del veloz descenso desde
incalculables alturas, rodeados por ígneas masas flamígeras que llenaron el
cielo con fugaces lenguas llameantes, destelló a través de los espacios aéreos
el carruaje de los Hijos del Fuego, los Señores de la Llama llegados de Venus; se
detuvo, meciéndose sobre la
Isla Blanca , ubicada en el mar de Gobi; era verde, y radiante
con masas de flores fragantes; la
Tierra ofrecía lo mejor y más bello para dar la bienvenida a su Rey que
llegaba", el gran Ser conocido como el Rey del Mundo, el Sanat Kumara, con
sus tres Ayudantes y el resto de Su cohorte de auxiliadores.
En el Capítulo XIX ya fue des cripta esta cohorte y asimismo la mayor
parte de lo que se conoce del Rey y Su trabajo en este mundo. Por tanto, es
necesario solamente recapitular y ampliar lo ya dicho con referencia especial a
la época de la historia del mundo que ahora tratamos.
( IL II 365-368 ) La Doctrina Secreta , como vimos, hablaba de Ellos como
proyectando la chispa mental dentro de los hombres inmentales, despertando
dentro de ellos el intelecto. El significado de esto es que Ellos actuaron como
un estímulo magnético. Brillaron sobre las personas como el sol sobre las
flores, y las alzaron hasta Ellos, permitiéndoles desarrollar la chispa latente
e individualizarse.
H. P. Blavatsky mencionó algunos de los “hijos de la mente” como
encarnando entre las personas a las que procuraban ayudar. Los Señores de la Llama no encarnaron entre
los hombres de un modo corriente; H. P. Blavatsky se refiere aquí a los
Barhishads que ingresaron en los cuerpos humanos corrientes y que. de ese modo,
se convirtieron, por un tiempo, en parte de la raza.
Mas si no fuese por la ayuda que benévolamente nos brindaron estos
grandes Líderes, el mundo habría sido un lugar muy diferente hoy en día.
Sin Ellos no sólo estarían millones todavía en el reino animal (que se
humanizaron bajo el ímpetu que Ellos dieron), sino que todo el resto de la
humanidad se hallaría muy detrás de la posición que ahora ocupa.
Como la cuarta ronda está especialmente destinada al desarrollo del
principio del deseo en el hombre, sólo en la ronda próxima, o quinta, el hombre
tenderá a consagrarse al desarrollo del intelecto. Sin embargo, debido al
estímulo dado por los Señores de la
Llama , el intelecto ya se desarrolló considerablemente, y por
tanto estamos una ronda completa adelantados de donde deberíamos estar merced a
la ayuda de Aquéllos.
Antes también vimos que Ellos trajeron abejas, hormigas y trigo a la Tierra.
( MW 103-104.) Hasta la
Llegada de los Señores de la Llama , las camadas o embarques del Nirvana de la Intercadena llegaban
separadamente, pero ahora la fecundidad creció rápidamente, como todo lo demás,
y fueron necesarias grandes flotas para traer a los egos para que habitasen los
cuerpos. Estos fluyeron mientras otros de tipos inferiores
tomaron posesión de todos los animales con los gérmenes mentales
individualizados con la
Llegada , y así los Señores de la Llama hicieron en un momento
y por millones lo que ahora nosotros hacemos, con largo cuidado, por unidades.
( MW 79.) Los Señores de la
Llama llegaron a la
Tierra hacia la mitad de la tercera Raza-Raíz, después de la
separación de los sexos. El Diagrama XL ilustra la Llegada en su relación con
los otros acontecimientos.
( I L I 314. ) Parte del plan del Logos consiste en que, en cierta
etapa de su evolución, la humanidad debe iniciar su propia guía, en vez de
depender de entidades de otras evoluciones. Por tanto, todos los Buddhas, Manus
y Adeptos futuros serán miembros de nuestra humanidad, habiéndose marchado a
otros mundos los Señores de Venus.
(IL I 27.) Puede notarse aquí que la cantidad de Adeptos o Maestros que
retienen los cuerpos físicos a fin de ayudar a la evolución del mundo es, en la
actualidad, tal vez de unos 50 ó 60 en total.
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