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sábado, 18 de abril de 2015

2- ‘EL TODO’: La Verdad Fundamental





Capítulo IV del libro: “El Kybalión”



EL TODO

"Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Es­pacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la Realidad Sustancial, la Ver­dad Fundamental".
EL KYBALIÓN


"Substancia" significa lo que yace oculto bajo toda manifestación externa, la realidad esencial, la cosa en sí misma. "Substancial" significa actualmente existente, el elemento esencial, el ser real. "Realidad" significa el es­tado del ser verdadero, real, eterno, permanente, fijo.
Más allá de toda apariencia externa o manifestación debe haber siempre una realidad substancial. Esta es la ley. El hombre, al considerar y examinar el universo, del cual es una unidad, no ve otra cosa que un cambio con­tinuo en la materia, en las fuerzas, en los estados men­tales. Ve que nada es realmente, que todo se transforma y cambia. Nada permanece: todo nace, crece, muere; tan pronto como una cosa ha adquirido su máximum de desarrollo empieza a declinar; la ley del ritmo está en constante operación; no hay realidades, nada es firme, nada duradero, fijo o substancial, nada permanente; todo es cambio. Todas las cosas surgen y evolucionan de otras cosas. Hay una acción continua que es seguida siempre de su reacción correspondiente; todo fluye y refluye, todo se construye y derrumba, todo es creación y destruc­ción, vida y muerte. Y si el hombre que tal examen hace y tales cosas ve fuera un pensador, comprendería que todas esas cosas en perpetuo cambio no pueden ser sino simples apariencias externas o manifestaciones de al­gún poder que se oculta tras ellas, de alguna realidad substancial encerrada en las mismas.
Todos los pensadores, de cualquier país o época, se han visto obligados a afirmar la existencia de esta reali­dad substancial. Todas las filosofías, cualquiera que haya sido su nombre, se han basado en esta idea. Los hom­bres han dado a esta realidad substancial muchos nom­bres: algunos la han denominado "Dios", otros "Divini­dad Infinita" y "Eterna Energía", "Materia", etc., pero to­dos han reconocido su existencia. Es evidente por sí misma. No necesita argumentos.
En estas lecciones hemos seguido el ejemplo de al­gunos de los más grandes pensadores del mundo, anti­guos y modernos —los Maestros Herméticos— y hemos denominado a ese poder que se oculta tras todas las manifestaciones, a esa realidad substancial, por su nom­bre hermético de el TODO, cuyo término nos parece es el más amplio de los que puede emplear el hombre.
Aceptamos y enseñamos las teorías de los grandes pensadores herméticos, como también las de esas al­mas iluminadas que han ascendido a planos superiores de existencia. Unos y otros afirman que la naturaleza íntima del TODO es incognoscible. Y esto debe ser así efectivamente, pues nadie, excepto el TODO mismo, pue­de comprender su propia naturaleza y su propio ser.
Los hermetistas creen y enseñan que el TODO en sí mismo es y debe ser incognoscible. Consideran las teo­rías y especulaciones de los teólogos y metafísicos res­pecto a la naturaleza íntima del TODO como esfuerzos infantiles de mentes mortales para sorprender el secreto del Infinito. Todos esos esfuerzos han fracasado siem­pre, y seguirán fracasando, debido a la naturaleza misma de la tarea. El que especula sobre ello se encuentra perdido en un laberinto de pensamientos sin salida, y si persiste en su intento acaba por perder toda capacidad para razonar sanamente, hasta llegar a serle imposible la vida. Se encontraría en una situación parecida a la de la ardilla, que en la jaula se pone a girar y girar en su rueda, sin moverse del mismo sitio, continuando tan prisionera como antes de haber comenzado.
Y aun mucho más presuntuosos son esos que tratan de atribuir al TODO la personalidad, cualidades, propie­dades, características y atributos de ellos mismos, como si el TODO tuviera las emociones, sentimientos y carac­terísticas de los humanos. Y llegan hasta atribuirle ma­las cualidades, como los celos, la susceptibilidad a la alabanza y a la oración, el deseo de que se le ofrende y se le adore y todas esas otras cosas que nos han legado como herencia de los primeros días de la infancia de la humanidad. Tales ideas no le sirven para nada al hom­bre desarrollado y acaba por dejarlas a un lado.
Creemos deber indicar que hacemos una distinción entre la filosofía y la metafísica. Religión significa para nosotros la realización intuitiva de la existencia del TODO y de la relación entre uno mismo y EL, mientras que la teología significa para nosotros el esfuerzo o los esfuer­zos que hace el hombre para atribuirle las propias cua­lidades, personalidad, características, etc., así como sus teorías, proyectos, deseos y designios, asumiendo el pa­pel de intermediario entre el TODO y el pueblo. La filoso­fía significa para nosotros la especulación que tiende a comprender las cosas cognoscibles y pensables (permítasenos la palabra), en tanto que la metafísica in­dica la tentativa de inquirir entre las nebulosidades de las regiones de lo incognoscible y de lo impensable, la que, al fin y al cabo, tiene la misma tendencia que la teología. Consecuentemente, la religión y la filosofía sig­nifican para nosotros cosas que tienen realidad por sí mismas, en tanto que la teología y la metafísica son algo así como senderos tortuosos y laberínticos, por los que circula la ignorancia, y forman la base más insegura e inestable sobre la que pueda apoyarse la mente o el alma del hombre. No insistiremos para que aceptéis estas de­finiciones; las mencionamos con el único objeto de des­lindar nuestra posición. De todas maneras, muy poco hablaremos en estas lecciones, de teología y metafísica.
Si bien es cierto que la naturaleza esencial del TODO es incognoscible, hay, sin embargo, ciertas verdades re­lacionadas con su existencia, que la mente humana se ve obligada a aceptar. El examen de estas constituye un asunto apropiado para la investigación, particularmen­te por lo que se refiere a lo que el Iluminado nos transmite de sus impresiones en los más elevados planos de existencia.
Y a esta investigación os invitamos ahora.


"Lo que constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda denominación pero el sabio lo llama el TODO".
"En su esencia, el TODO es incognoscible".
"Mas el dictamen de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto".
EL KYBALION

La razón humana, cuyo dictamen debemos aceptar tanto como lo juzguemos conveniente, nos dice respecto del TODO, sin pretender desgarrar el velo de lo incognos­cible:
1. El TODO debe ser todo lo que realmente es. Nada puede existir fuera del TODO, o, de lo contrario, el TODO no sería tal.
2. El TODO debe ser infinito, porque nada puede existir que defina, limite o ponga restricciones al TODO. Debe ser infinito en Tiempo, o Eterno, debe haber existi­do siempre, continuamente, pues nada puede haberlo creado jamás, y algo no puede nunca surgir de nada, y si alguna vez no hubiera sido, aunque sólo fuera un ins­tante, no podría "ser". Debe existir por siempre, porque nada hay que pueda destruirlo, y jamás puede dejar de ser ni aun por un solo momento, porque algo nunca puede convertirse en nada. Debe ser infinito en el Espa­cio, debe encontrarse en todas partes, porque nada exis­te, ni hay sitio alguno que esté más allá del TODO. No puede ser de otra manera, sino continuo y omnipresente en el espacio, sin cesación, separación o interrupción, porque no hay nada en Él que pueda interrumpirse, se­pararse o cesar en su absoluta continuidad, y nada existe tampoco que pueda "llenar las grietas". Debe ser infinito en Poder, o Absoluto, porque nada hay que pueda limitarlo, restringirlo, confinarlo u obstaculizarlo. No está sujeto a ningún poder, porque no hay otro que el Suyo.
3. El TODO debe ser inmutable, esto es, no sujeto a cambio en su naturaleza real, porque nada existe que pueda obligarlo a cambiar, ni nada de lo que pueda ha­berse transformado. No puede ser aumentado ni dismi­nuido, ni ser mayor o menor, bajo ningún aspecto. Debe haber "sido" siempre, y debe seguir "siendo" siempre también, idéntico a lo que es ahora: el TODO. Nunca ha ha­bido, ni hay, ni habrá algo en lo que pueda transformar­se o cambiar.
Siendo el TODO Infinito, Absoluto, Eterno, Inmuta­ble, debe deducirse que todo lo que es finito, mudable, transformable y condicionado, no puede ser el TODO. Y como nada existe fuera de Él en realidad, todo lo que sea finito debe ser nada realmente. No os vayáis a sorpren­der o asustar, porque no tratamos de embarcaros en Ciencia Cristiana, cubriendo estas enseñanzas bajo el título de Filosofía Hermética. Hay una reconciliación entre estos aparentemente contradictorios asuntos. Tened paciencia, que a todo llegaremos a su debido tiempo.
Vemos en torno de nosotros eso que se llama "mate­ria", la que constituye las bases físicas de todas las for­mas. ¿Es el TODO materia simplemente? Absolutamen­te no. La materia no puede manifestar Vida o Mentali­dad, y como la mente está manifestada en el universo, el TODO no puede ser materia, pues nada asciende más allá de su propia fuente, nada puede manifestarse en un efecto si no lo está también en la causa, nada puede evolucionar o emerger como consecuente si no está involucrado o involucionado como antecedente. Y ade­más, la ciencia moderna nos dice que la materia no exis­te realmente, sino que es "energía o fuerza interrumpi­da", esto es, energía o fuerza en un grado menor de in­tensidad vibratoria. Como ha dicho recientemente un es­critor, "la materia se sumerge en el Misterio". Aun la cien­cia materialista ha abandonado la teoría de la materia y ahora descansa sobre la base de la "energía".
¿Es, pues, el TODO mera fuerza o energía? No. La fuerza, tal como la entienden los materialistas, es una cosa ciega, mecánica, carente de vida o mentalidad. La vida y la mente no puede nacer de ciega energía, por las razones dadas un momento ha: "NADA PUEDE SUBIR MÁS ALTO QUE SU PROPIA FUENTE, NADA EVOLUCIONA SI NO HA INVOLUCIONADO, NADA SE MANIFIESTA EN UN EFECTO SI NO ESTÁ EN LA CAUSA". Así que el TODO no puede ser mera fuerza o energía, porque si lo fuera no existiría eso que se llama mente y vida, y ambas sabemos que existen, porque no­sotros estamos vivos y estamos empleando nuestra mente en considerar esta cuestión; y en iguales condiciones se encuentran los que afirman que la energía es todo.
¿Qué es lo que hay superior a la materia y a la ener­gía, y que sepamos que existe en el Universo? ¡Vida y mente! ¡Vida y mente en todos sus diversos grados de desenvolvimiento! Entonces, preguntaréis: ¿Queréis sig­nificar que el TODO es vida y mente? Sí y no, es nuestra respuesta. Si entendéis por vida y mente lo que noso­tros, pobres mortales, conocemos de ellas: ¡No, el Todo no es eso! Mas ¿qué clase de vida y mentalidad signifi­cáis?, preguntaréis.
La contestación es Mente viviente, tan amplia como nosotros podamos concebirla, puesto que la vida y la mente son muy superiores a la fuerza puramente mecá­nica o a la materia. Mente infinita y viviente, si se com­para con la vida y la mentalidad finitas. Queremos indi­car eso que quieren significar las almas iluminadas, cuan­do reverentemente pronuncian la palabra: ¡Espíritu!
El TODO es Mente viviente e infinita, los iluminados lo llaman Espíritu.




CAPÍTULO V

EL UNIVERSO MENTAL

"El Universo es una creación mental soste­nida en la mente del TODO".

EL KYBALION


El TODO es espíritu. Mas ¿qué es espíritu? Esa pre­gunta no puede ser contestada, puesto que definirla se­ría prácticamente definir al TODO, el cual no puede ex­plicarse. El espíritu es simplemente el nombre que los hombres dan a la más elevada concepción de la infinita Mente Viviente; significa la "esencia real", tan superior a todo cuanto entendemos por mente y vida, como estas últimas a la energía y la materia. El espíritu está más allá de nuestra comprensión, y usamos dicho término en el mismo sentido y queriendo significar lo mismo que cuando hablamos del TODO. Para nuestro entendimien­to podemos pensar del espíritu como de una Infinita Men­te viviente, teniendo en cuenta, al mismo tiempo, que no podemos comprenderlo del todo. O hacemos esto, o nos vemos obligados a dejar de pensar.
Procederemos ahora a estudiar la naturaleza del Universo como un todo, y también en sus partes. ¿Qué es el Universo? Hemos visto ya que nada puede existir fuera del TODO; entonces ¿el Universo es el TODO? No, no puede serlo, porque el Universo parece estar hecho de muchas, de múltiples unidades, y está en continuo cambio; y, de todas maneras, no está de acuerdo con las ideas que nos hemos visto obligados a aceptar respecto del TODO, según ya indicamos en nuestra lección ante­rior. Entonces, si el Universo no es el TODO debe ser nada; tal es la inevitable consecuencia que se presenta en la mente aparentemente. Pero esto no satisface la pregunta, porque nosotros somos sensibles y sentimos la existencia del Universo. Y si el Universo es algo y no es el TODO, ¿qué puede ser? Examinemos la cuestión.
Si el Universo existe absolutamente, o por lo menos parece que existe, debe proceder en alguna forma del TODO, ser su creación. Pero como algo no puede venir de nada, ¿de qué pudo crearlo el TODO? Algunos filóso­fos han contestado a esta pregunta diciendo que el TODO creó el Universo de sí mismo, esto es, sacándolo de su propia substancia. Mas esta respuesta no sirve, puesto que el TODO no puede ser aumentado, ni disminuido, ni dividido, según hemos ya visto, y aunque así fuera no podría cada partícula del Universo estar segura de ser el TODO, puesto que este no puede perder el conocimiento de sí mismo, ni convertirse en un átomo o fuerza ciega o un ser viviente inferior. Algunos, habiendo realizado que el TODO es todo, y reconociendo que ellos existían, han llegado a la extraordinaria conclusión de que ellos y el TODO eran idénticos, y han llenado el aire con sus gri­tos de "Yo soy Dios", sirviendo de solaz a las multitudes y de motivo de pena para los sabios. Si el átomo gritara "Yo soy hombre", todavía sería modesto en comparación.
Pero ¿qué es, en realidad, el Universo, si no es el TODO ni ha sido creado por Él separándolo de su propia substancia?, ¿qué otra cosa debe ser? o, mejor pregun­tado: ¿de qué otra cosa puede haberlo hecho? Esta es la gran cuestión. Nos encontramos con que el principio de correspondencia (véase el capítulo I) viene en nuestra ayuda. El antiguo axioma hermético "como arriba es abajo" puede ser empleado ahora para iluminar este punto. Tratemos, pues, de comprender algo de lo que pasa en los planos superiores, examinando lo que pasa en el nuestro propio. El principio de correspondencia puede aplicarse a esto, lo mismo que a cualquier otro problema. Veamos. En su propio plano de existencia, ¿cómo crea el hombre? Primero, puede crear haciendo o construyendo algo con los materiales que el mundo ex­terno le brinda. Mas esto no nos sirve, porque fuera del TODO no existen materiales de ninguna clase con los que El pueda crear. En segundo lugar, el hombre puede crear por medio de la fecundación, que no es más que su multiplicación, acompañada por la transferencia de una parte de su propia substancia a la matriz de la madre. Mas esto tampoco nos sirve, porque el TODO no puede transferir o substraerse a sí mismo una porción, ni pue­de reproducirse o multiplicarse a sí mismo. En el primer caso habría una substracción de su substancia o adi­ción al TODO, lo que es un absurdo. ¿No existe otro medio por el cual crea el hombre? Sí, hay otro: la creación men­tal. Al crear en esta forma, él no emplea materiales que le aporte el mundo externo, ni se reproduce a sí mismo y, sin embargo, su espíritu compenetra su creación men­tal.
Siguiendo el principio de correspondencia, se puede pensar justificadamente que el TODO crea el Universo mentalmente, de una manera parecida al proceso me­diante el cual el hombre crea sus imágenes mentales. Y he aquí que en esta descripción coinciden tanto el dicta­men dado por la razón como el de las almas iluminadas, según se puede encontrar en sus escritos o en sus ense­ñanzas. Tales son las doctrinas de los sabios. Tales las que enseñó Hermes.
El TODO no puede crear de ninguna manera, excep­to mentalmente, sin emplear ni materiales (pues no hay ninguno), ni reproduciéndose (lo que también es imposi­ble). No hay escapatoria para esta conclusión de la ra­zón, la que, como hemos ya visto, concuerda perfecta­mente con lo que dicen los iluminados. De igual manera que podéis vosotros crear un universo en vuestra propia mente, así el TODO crea los kosmos en la suya propia. Mas vuestro universo sería la creación de una mente finita, en tanto que la del TODO sería la creación de un Infinito. Las dos son iguales en clase, pero difieren infi­nitamente en grado. Examinaremos más estrictamente el proceso de la creación y manifestación conforme va­yamos avanzando en nuestro estudio. Mas este es el pun­to que debéis fijar por ahora en nuestras mentes: El Universo y todo lo que él contiene es una creación mental del TODO; todo es mente.


"El TODO crea en su mente infinita, innumera­bles universos, los que existen durante eones de tiempo, y asi y todo. para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa mas que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos".
EL KYBALION

"La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos".
EL KYBALION

El principio de género o generación (véase el capítulo I y otros que seguirán) se manifiesta en todos los planos de la vida: material, mental y espiritual. Pero, según ya hemos indicado anteriormente, el "género" no significa "sexo", pues este último no es más que la manifestación material del género. "Género" significa "lo relativo" a la generación o creación. Y dondequiera que algo se genera o se crea, sea en el plano que fuere, el principio de géne­ro se está allí manifestando. Y esto es verdad, aun en lo que se refiere a la creación de los universos.
Ahora no vayáis a suponer que estamos enseñando que hay un dios creador macho y otro hembra. Esto no sería más que una mistificación de las antiguas ense­ñanzas al respecto. La verdad es que el TODO, en sí mis­mo, está más allá del género, así como también está más allá de toda otra ley, incluyendo las del tiempo y del es­pacio. Él es la ley de la cual todas las leyes proceden, y, por lo tanto, no puede estar sujeto a estas últimas. Mas cuando el TODO se manifiesta en el plano de la genera­ción o creación, entonces actúa de acuerdo con la ley y con el Principio, pues se está moviendo en un plano in­ferior de existencia. Y consecuentemente. Él manifiesta el principio de género, en sus aspectos masculino y fe­menino, en el plano mental, por supuesto.
Esta idea podría pareceres un tanto chocante, si la oís por primera vez, mas otras veces la habéis aceptado pasivamente en vuestras concepciones diarlas. Habláis de la paternidad de Dios y de la maternidad de la Na­turaleza, de Dios como padre divino y de la Naturaleza como madre Universal, y así habréis conocido instinti­vamente el principio del Género en el Universo. ¿No es así?
Mas las enseñanzas herméticas no implican una dualidad real —el TODO es UNO— siendo los dos aspec­tos simples fases de manifestación. La doctrina es que el principio masculino manifestado por el TODO permane­ce, en cierta manera, aparte de la creación mental del Universo. Proyecta su Voluntad sobre el principio feme­nino (que puede ser llamado naturaleza), siendo en esta donde comienza la obra evolutiva de un Universo, desde simples "centros de actividad" hasta el hombre, y aun a más elevados planos de existencia que el humano, todo ello de acuerdo con bien establecidas leyes de la Natura­leza. Si preferís las antiguas imágenes mentales, podéis concebir el principio masculino como Dios, el padre, y el principio femenino como Naturaleza, la madre univer­sal, de cuya matriz todas las cosas nacen. Esto es algo más que una simple figura poética de lenguaje, es una idea del proceso de la creación de un Universo. Pero re­cordad siempre que el TODO es UNO, y que en su mente infinita es donde se crean y generan y existen los kosmos.
Podría ayudaros a concebir esto propiamente el apli­carle la Ley de correspondencia en vuestra propia men­te. Sabéis que esa parte de vosotros que llamáis "yo", en cierto sentido, permanece aparte de la creación de vues­tras imágenes mentales en el intelecto. La parte de la mente en la que se efectúa la generación de imágenes puede ser llamada el "mí", en distinción con el "yo", que permanece Aparte y que examina los pensamientos, ideas e imágenes del "mí". Como "arriba es abajo", acordaos, y los fenómenos de un plano pueden emplearse para re­solver los enigmas de los planos superiores e inferiores.
¿Es acaso maravilloso que vosotros, los hijos, sin­táis una reverencia instintiva hacia Padre-Mente? ¿Es maravilloso que cuando consideráis las obras y maravi­llas de la Naturaleza os sintáis conmovidos hasta lo más profundo de vuestro ser? Es a vuestra madre-mente a quien os estáis estrechando, como un niño se estrecha al seno de su madre.
No vayáis a suponer que el pequeñísimo mundo que os circunda —la Tierra— que no es más que un grano de arena en el universo, es el universo mismo. Hay millo­nes de millones de tales mundos, y aun mucho mayores que él. Y aun hay millones de millones de tales univer­sos que existen en la Mente del Único. Y aun en nuestro sistema solar hay regiones y planos de vida muy supe­riores a los nuestros y seres respecto de los cuales so­mos como las amebas son respecto del hombre. Hay se­res cuyos poderes y atributos son mucho más elevados que los del hombre, y este jamás ha soñado que pudie­ran existir. Mas, a pesar de esto, esos seres fueron en un tiempo lo que nosotros ahora, y seremos un tiempo como ellos son y aun superiores, porque tal es el destino del hombre, a juzgar por lo que nos dicen los iluminados.
La muerte no es real, ni aun en sentido relativo: no es sino nacer en una vida nueva, y ascendemos y segui­remos ascendiendo a planos de vida cada vez más eleva­dos, durante eones y eones de tiempo. El Universo es nuestra casa, nuestro hogar, y podemos explorarlo has­ta sus más lejanos confines, antes de la consumación de los tiempos. Estamos en la mente del TODO y nuestras posibilidades y oportunidades son infinitas, lo mismo en el tiempo que en el espacio. Y al fin del gran ciclo de eones, cuando el TODO reabsorba sus creaciones en sí mismo, marcharemos alegremente porque entonces se­remos capaces de comprender la verdad toda de ser UNO con el TODO. Esto es lo que nos afirman los iluminados, esos que han avanzado tanto en el sendero de realiza­ción.
Y, mientras tanto, permanezcamos tranquilos y se­renos; estamos seguros y protegidos por el Poder Infini­to del Padre-Madre-Mente.


"En la Mente del Padre-Madre, los hijos están en su hogar".
EL KYBALION

"No hay nadie que no tenga padre o madre en el Universo".
EL KYBALION



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